El virus SARS-COV-2 que causa la COVID-19 se queda en el cerebro durante meses, lo que puede generar síntomas neuropsiquiátricos como encefalitis, agitación, confusión, delirio y, a largo plazo, depresión y ansiedad, de acuerdo con casos revisados en el mundo y publicados en revistas científicas, documentó el Hospital General de México
Dulce Olveras / SinEmbargo
Fotografia: María Ruíz / Pie de Página
Ciudad de México – Hace más de 20 días Hortencia tuvo COVID-19. Se recuperó, pero desde entonces despierta con temblores en el cuerpo, siente ansiedad, le duele la espalda y el cerebro.
“Ya salí, pero me dejó muy cansada, con depresión y mucha ansiedad. Me quedó mi cuerpo muy tembloroso, con miedo”, compartió la veracruzana durante la ponencia “Síntomas neuropsiquiátricos en el paciente con COVID-19” impartida por Homero Maldonado Mendoza, médico psiquiatra adscrito al Servicio de Salud Mental del Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”. El doctor recomendó a la mujer acudir por atención psiquiátrica para evitar que progresen esos síntomas.
No es un caso aislado. El médico psiquiatra Maldonado Mendoza expuso que principalmente en países asiáticos, donde fue el primer epicentro de la pandemia que ha atacado a casi 8 millones de personas en el mundo, se han reportado complicaciones neuropsiquiátricas. El impacto a largo plazo en el paciente COVID-19 implica un factor de riesgo para aumentar la mortalidad y los que sobreviven llegan a tener secuelas cognitivas como confusión, agitación, delirio, encefalitis y, a largo plazo, depresión y ansiedad, lo que mermará la calidad de vida.
Una hipótesis explica que el SARS-COV-2 entra al Sistema Nervioso Central a través del epitelio nasal, que afecta al bulbo olfatorio; otra propone que el virus se cuela por el torrente sanguíneo; y una tercera opción sería que el organismo genera una respuesta inflamatoria y producción de anticuerpos. En pasadas epidemias por el SARS-CoV-1 y MERS-CoV, virus parecidos al que causa la COVID-19, se ha visto que el virus persiste en el Sistema Nervioso Central después del tratamiento. Se queda en partes del cerebro durante un tiempo.
La revista The Lancet Psichiatry reportó en pacientes COVID de Japón, Francia, China y Hong Kong síntomas como confusión, agitación e insomnio. En Wuhan, China, se registraron 217 pacientes hospitalizados con complicaciones cerebrovasculares, encefalopatías y alteraciones neuromusculares. En Francia fueron 49 pacientes afectados con confusión y anormalidades en la resonancia magnética.
Las alteraciones crónicas como depresión o ansiedad pueden aparecer en los próximos meses sobre todo en pacientes hospitalizados en terapia intensiva, pero los datos actuales son limitados. “Normalmente se van viendo en fases posteriores a la pandemia”, aclaró Maldonado Mendoza. En supervivientes del SARS-CoV-1, otro tipo de coronavirus, después de la infección presentaron síntomas de trastorno por estrés postraumático, depresión, pánico y trastorno obsesivo compulsivo.
Otra de las principales complicaciones que se han visto en pacientes con la COVID-19 en el mundo es la enfermedad cerebro vascular, dijo el médico psiquiatra con base en artículos de las revistas científicas Jama Neurology y New England Journal of Medicine.
De 214 pacientes hospitalizados, 16 (el 7.5 por ciento) presentaron alguna alteración en el estado de conciencia (delirio, enfecalitis) y seis (2.8 por ciento) tuvieron algún evento cerebro vascular. En otra muestra de 49 pacientes, 40 (69 por ciento) reportaron agitación y de ellos otros 26 fueron positivos en delirio y a 3 alguna enfermedad cerebro vascular.
“La enfermedad cerebro vascular se ha visto en los pacientes con COVID-19 que afecta principalmente a pacientes de edad avanzada, que ya tuvieron algún riesgo cardiovascular importante, que tuvieron una infección de coronavirus severa y que causara una dificultad respiratoria”, observó el médico.
Respecto a la encefalitis, el psiquiatra adscrito al Servicio de Salud Mental del Hospital General de México dijo que se puede dar por la respuesta inflamatoria que causa el SARS-COV-2 en el cerebro generado a través de anticuerpos contra el virus.
“Los cuadros de encefalitis se llegan a presentar de diversas maneras, desde crisis convulsivas, fiebres, cefaleas hasta alteraciones conductuales y psicosis”, expuso. Aunque los casos publicados aún son pocos. En Wuhan una mujer de 56 años llegó al servicio de urgencias con alteraciones en el nivel de conciencia por encefalitis; un hombre de 24 años llegó con crisis epilépticas generalizadas y alteraciones en el estado de conciencia; y un hombre de 23 años presentó síntomas psicóticos, agitación y antecedentes de consumo de sustancias, de acuerdo con la Revista de Neurología.
El delirium, donde hay alteraciones en el estado de conciencia, en la atención y hay desorientación y psicosis, se está viendo sobre todo en pacientes que necesitaron terapia intensiva. Se ha presentado en pacientes hospitalizados durante una larga estancia o en infecciones severas. Hay una prevalencia de 7.5 casos de alteraciones en estado de conciencia en pacientes de terapia intensiva y en una serie de 58 pacientes en terapia intensiva, 40 reportaron agitación, documenta Critical Care.
Maldonado lamentó que las medidas de sana distancia limitan los tratamientos contra el delirium como la constante movilidad, soporte psicosocial, consulta de fotos familiares o sopas de letras, ya que el contacto con pacientes con coronavirus está restringido por el riesgo de infección. De acuerdo con la experiencia reportada por la Academia de Psiquiatría de Enlace de Estados Unidos, los pacientes COVID al desentubarlos en sus despertares llegan a tener una agitación severa que requiere sujeción física para evitar que se hagan daño o agredan a personal.
Sobre los pacientes que ya tenían enfermedades mentales antes de infectarse de coronavirus aún es incierto el efecto biológico y psicológico. En una serie de 114 pacientes, se reportó un estado mental alterado en 39 de ellos, pero solo dos tenían la condición mental previa.
CASOS EN OTROS VIRUS
El médico psiquiatra Homero Maldonado Mendoza abundó que los daños en el cerebro también se han visto en afectados por otros virus como el de la influenza, el VIH y el del herpes simple. Los sobrevivientes de la “gripe española” reportaron alteraciones del sueño, depresión, mareos, aumento en conductas suicidas e incluso aumento en encefalitis letárgica (relacionado con psicosis). Las hospitalizaciones por algún trastorno mental aumentó en promedio anual 7.2 veces en los siguientes seis años, documentó.
Durante el SARS-CoV-1 también se notaron cuadros psiquiátricos como trastornos adaptativos, depresión con ideas suicidas, alucinaciones y, en las autopsias a los cerebros, se encontraron cambios isquémicos en neuronas y desminielización de fibras nerviosas. De 31 a 50 meses después se registró un aumento de depresión y ataques de pánico. En el MERS-CoV se vio que hasta el 25.7 por ciento de los pacientes desarrollaron algún síntoma psiquiátrico.
En el caso del SARS-COV-2, causante de la COVID-19, daña en tres vías a la salud mental: impacto psicológico por distanciamiento físico con ansiedad, irritabilidad e insomnio; preocupación, estigma y vivencias traumáticas en quienes resultaron positivos; y el efecto directo sobre el sistema nervioso central.
“Todo esto depende de muchos factores en el ambiente de una persona”, precisó el médico psiquiatra. “Podemos tener pacientes que ya venían con antecedentes genéticos, rasgos de personalidad y condiciones socioambientales que a través del tiempo fueron pasando y que en estos momentos se vieron atenuados por la contingencia”.
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