El escándalo de estos días es un desplegado firmado por intelectuales quienes convocan a una alianza ciudadana para derrotar a López Obrador en las elecciones de 2021. En la tormenta que desataron se olvida un detalle: el propósito de los integrantes de la exconciencia social es el mismo del famoso BOA.
Alberto Nájar / @anajarnajar
En su cuenta de Twitter el periodista Jairo Calixto Albarrán preguntó, en broma, si aún tenía tiempo para unirse a los “aBOAjofirmantes”.
Una manera, a su estilo, de referirse al desplegado de un grupo de intelectuales, activistas, comunicadores y exfuncionarios quienes desde el 2 de julio de 2018 mantienen una feroz campaña de odio contra el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El documento se publicó el 15 de julio en el diario Reforma. Está firmado, entre otros, por Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Julio Frenk, Soledad Loaeza, Isabel Turrent, Javier Sicilia y Gabriel Zaid, entre otros.
Los abajofirmantes, como suele llamarse a quienes suelen aparecer en desplegados y movimientos sociales, reclaman que López Obrador “concentra en sus manos el poder del gobierno en detrimento de los demás poderes del Estado”.
Advierten que de seguir por este camino se puede retroceder “en los avances democráticos que consumieron años de lucha a la sociedad mexicana”.
Y convocan a “una amplia alianza ciudadana que, junto con los partidos de oposición, construya un bloque que, a través del voto popular restablezca el verdadero rostro de la pluralidad ciudadana en las elecciones parlamentarias de 2021”.
El pronunciamiento fue escándalo de unos días. Algunos intelectuales cercanos a la 4T publicaron otro desplegado.
“La Cuarta Transformación no ha censurado a nadie, ni ha perseguido a nadie por razones políticas o personales” dice el documento firmado por Paco Ignacio Taibo II, Víctor Flores Olea y Enrique Semo, entre otros.
El debate se avivó por la difusión de un video, este fin de semana, atribuido al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) donde aparece una columna de camionetas aparentemente blindadas y decenas de hombres con uniforme militar y fusiles de asalto.
Personajes cercanos a los abajofirmantes originales reclamaron en Twitter que López Obrador respondió al desplegado, pero no así al video.
Y en la controversia no faltó quien les recordara que fueron ellos, los opositores, quienes se compararon con un cartel de narcotráfico “para que luego no anden chillando”.
En fin. Una más de las escaramuzas tan comunes en el círculo rojo estos dos años.
Pero más allá de chismes vale la pena revisar algunos detalles que la violencia tuitera pasa por alto.
Uno de ellos es el parecido de la convocatoria intelectual con un documento del llamado Bloque Opositor Amplio (BOA), cuya existencia fue revelada por López Obrador el pasado 9 de junio y que provocó la burla de los intelectuales opositores.
El objetivo central, cita el documento, es “promover el desplazamiento de Morena de la mayoría de la Cámara de Diputados en 2021, revocar el mandato presidencial en 2022”.
No cabe duda que por el pez por la boca muere. O quizá es verdad que cae más pronto un hablador que un cojo porque la hipótesis del BOA es el mismo propósito de los abajofirmantes.
“El Rey camina desnudo” respondió el presidente a los intelectuales. Y si de desnudeces hablamos se puede revisar otra.
Desde hace por lo menos un año, varios de los abajofirmantes andan muy activos en foros internacionales y en reuniones en embajadas para evaluar al gobierno de López Obrador.
Pretenden esparcir la idea de un supuesto autoritarismo presidencial, sumado con argumentos de una presunta ingobernabilidad más el anuncio de crisis económicas y de salud por la pandemia.
El objetivo es advertir de lo que llaman el inicio de una dictadura, y propiciar con ello un eventual aislamiento internacional a la 4T.
La misma estrategia que se aplicó en Venezuela y no parece casualidad, si se recuerda que en ese país uno de los principales promotores fue el expresidente Álvaro Uribe quien es, por cierto, uno de los gurúes del impresentable Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa.
Uribe fue quien le convenció de que la guerra que ensangrentó a México era una cruzada y que él, Calderón, era el Estadista que salvaría a los mexicanos. Ya sabemos los resultados.
Éste parece ser el fondo del asunto en el caso del desplegado, aislar y estigmatizar a la 4T ante la imposibilidad de una derrota en las urnas.
Porque más allá que las encuestas electorales aún pronostican una nueva victoria del Movimiento de Regeneración Nacional en 2021, en estos días se añadió un nuevo elemento que preocupa a los opositores.
Se llama Emilio Lozoya Austin y su convenio con la Fiscalía General de la República (FGR) de revelar la trama de corrupción para aprobar la Reforma Energética en 2013.
El exfuncionario cuenta con información privilegiada –entre ella varias horas de videos- donde se involucra a políticos y legisladores de la hoy oposición recibiendo sobornos a cambio de votos en el Congreso.
La reacción de algunos gobernadores, quienes en ese entonces eran legisladores, es una muestra del impacto de esto que el senador Ricardo Monreal definió como “temblor político”.
No son pocos quienes estiman que López Obrador renovó su arsenal y está listo para la contienda electoral.
Y por eso la nueva estrategia en su contra que tiene en realidad otro objetivo, impedir que el presidente concluya su mandato.
Es la tonada de estos días. Los nuevos pasos del baile político han comenzado.