Mil cinco médicos, trabajadores de enfermería y de apoyo que atienden a pacientes con coronavirus se han contagiado en el estado de Chihuahua, 16 de ellos murieron
Martín Orquiz/ La Verdad
Ciudad Juárez – Cada vez que Ana María comienza su jornada de trabajo su estrés se eleva. Ella es enfermera asignada al área de COVID-19 en el Hospital General, donde el personal de Salud enfrenta una doble batalla: mantener con vida a los pacientes de la enfermedad y cuidarse para no ser parte de la estadística de contagios.
“Tengo mucho miedo, cada vez que entro a la COVID (área de atención a pacientes de esta enfermedad), nos preparamos, nos ponemos el equipo completo…pero siempre hay un riesgo”, comenta al referirse a su overol, bata, cubrebocas, caretas, guantes y gafas especiales.
Ana María, de 32 años, estuvo desde el inicio de la contingencia por el coronavirus en el primer frente. Dice que cada vez que ella y sus compañeros comienzan su labor tratan de ser positivos y encomendarse “en lo que uno cree”, pero la tribulación por su propia salud persiste.
No es para menos, las cifras de personal de Salud contagiado le dan las razones suficientes para sentir mortificación. De marzo al 22 de julio, mil cinco médicos, trabajadores de enfermería y de apoyo resultaron afectados en el estado, 16 de ellos murieron.
El 14.13 por ciento del total de contagiados con este virus que ya fueron corroborados en el estado son empleados del sector salud, indican estadísticas presentadas por funcionarios de la Secretaría de Salud de Chihuahua (SSCh).
Tan sólo durante la semana del 16 al 22 de julio pasado se sumaron 51 nuevos casos entre los integrantes de esa comunidad que atienden a pacientes de COVID-19.
Leticia Ruiz González, subdirectora de Medicina Preventiva y Promoción de la Salud, dio a conocer que del personal de salud confirmado 269 son médicos y cinco murieron, 539 es personal de enfermería y otros cinco perdieron la vida, mientras que 197 realizan otras tareas de apoyo, seis de ellos perecieron.
A lo largo de la semana del 16 al 22 de julio se sumaron 10 nuevos casos de médicos que dieron positivo al padecimiento, 21 de enfermería y 20 de otras áreas.
Dentro de los trabajadores hospitalarios que padecieron o padecen actualmente la enfermedad, el 23.5 por ciento (236 personas) corresponde a quienes trabajan en Ciudad Juárez, mientras que el 28.7 por ciento (288 personas) a Chihuahua, el resto (481 personas) labora en otras localidades de Chihuahua.
Desgraciadamente, añade la funcionaria, se registraron 16 defunciones, pero el índice de personal médico contagiado en Chihuahua está por debajo del índice internacional, donde ese rubro alcanza el 20 por ciento.
“Probablemente no se hayan contagiado solamente dentro de los hospitales, sino también por su misma actividad de entradas y salidas; sin embargo, el personal de salud es el que más cuidados tiene para cada uno de los eventos y actividades que tiene”, menciona.
En el foco de contagio
Ana María, quien prefiere omitir su identidad completa para proteger a su familia, reitera que quienes trabajan con pacientes de COVID-19 extreman sus precauciones, pero aun así muchos cayeron enfermos.
“Es muy difícil saber dónde se contagiaron, pero pienso que pudo ser en el hospital, tener el equipo si es protección, pero no es una garantía al cien por ciento, para quitarse el equipo se debe usar una técnica especial muy estricta, cualquier movimiento en falso puede rozar en la cara, quitar mal el cubrebocas, ahí es el riesgo”, cuenta.
Agrega que, en lo personal, pone en práctica muchas precauciones, en su casa tiene un área para dejar sus zapatos y ropa, además lleva gel antibacterial en su vehículo para aplicársela de forma constante en las manos.
De hecho, ella mandó a su hija de 12 años a vivir con su padre porque no la quiere arriesgar a que esté con ella y contagiarla porque sabe que puede ser portadora en cualquier momento, inclusive sin presentar síntomas y no quiere ni pensar que la puede afectar.
“Pienso que los contagios (de sus compañeros) sí se dieron en el hospital porque es demasiada la exposición, demasiado el trabajo, los pacientes son demasiados, el hospital se fue abriendo conforme llegaban más y más pacientes”, expone.
“Ahorita ya disminuyó un poco, pero cuando hay más pacientes y trabajo hay más riesgo de contagiarse”.
El problema existe a pesar de que los hospitales no tienen la ocupación al cien por ciento, aunque haya pocos pacientes el trabajo es pesado; además, deben portar todo el equipo que los cubre de pies a cabeza y con el que es difícil maniobrar durante las horas que permanecen laborando.
Al principio, recuerda, el turno de noche era de 12 horas y se registraron muchos contagios, entonces las autoridades del hospital decidieron dividir los horarios, formaron dos equipos para que cada uno trabaje seis horas precisamente para tener menos exposición, es lo que hasta ahora más funcionó como prevención.
Bertha, una médica que también pide omitir su identidad por temor a afectar a su familia, señala que, aunque se tomen todas las precauciones, siempre queda una oportunidad para el peligro.
“Muchas veces es difícil estar totalmente en guardia, ahorita el trabajo es extenuante, pueden fallar muchos pasos de los protocolos establecidos, no es fácil seguirlos todos los días”, comenta, la mujer que atiende en el Hospital General.
Añade que nadie estaba preparado para lo que está pasando, ni las instituciones de salud oficiales ni las privadas, por lo que se comenzó a enfrentar al COVID-19 “desde cero”, se cometieron errores y omisiones que no fueron de mala fe, sino producto de la realidad que se vive.
Por lo pronto, dice, todos sus compañeros se encuentran siempre en guardia, todos tratan de hacer su trabajo lo mejor posible y, al mismo tiempo, se cuidan a sí mismos y a los demás.
“Sólo así vamos a poder sobrellevar la situación actual, con la unidad total de los trabajadores de salud y la sociedad en general, no hay otra forma de hacerlo porque lo que vivimos es inédito”, declara con tono serio.
Ana María, quien lleva ocho años trabajando como enfermera, coincide con Bertha en que no se había experimentado circunstancias como las que genera el COVID-19.
“Cuando surgió el brote de influenza no me tocó estar directamente tratando con los pacientes, es la primera vez que me toca algo así, es algo nuevo para mí, pero nadie nos esperábamos algo así”, indica.
Al estudiar la carrera de enfermería, continúa, se imaginaba que se presentarían otras situaciones, que ayudaría a los pacientes de otra manera, pero jamás pensó que le tocaría enfrentar una pandemia.
“Nunca me pasó por la mente, hasta que sucedió. Al principio, en marzo, yo todavía no me la creía, no creí que estuviera pasando esto realmente… fui de las primeras que estuvo entrando al área COVID, incluso cuando en el hospital comenzó con dos pacientes, estuve ahí y gracias a Dios hasta ahorita no me he contagiado, pero muchos de mis compañeros sí”, menciona.
Ana María está consciente de que el virus puede estar en cualquier lado, aunque entiende que muchas personas tienen que salir a trabajar, eso no quiere decir que omitan las medidas adecuadas de prevención que fueron promocionadas desde el principio.
Como también dice Bertha, la enfermera está segura de que la pandemia terminará sólo cuando todos participen para contenerla, de otra forma continuarán los contagios, las restricciones en todos los aspectos de la vida y, en casos extremos, las muertes.
“No es cosa del otro mundo, creo que todos podemos poner un granito de arena, hacer hábitos en nuestras vidas, entonces todo será más fácil y esto se terminará más pronto, siempre y cuando nos cuidemos unos a otros, más a nuestras familias, que es lo más valioso que tenemos”, afirma.
laverdadjz@gmail.com
Contenido relacionado: