Cuidar con amor a las y los demás es tarea esencial para hacernos humanos
Por: Víctor M. Quintana S.
Dos dimensiones encontramos en el fallecimiento del doctor Enrique Grajeda Herrera, secretario de salud del Gobierno del Estado: la personal de él como médico, como funcionario, y la de todas las personas que, sobre todo en este contexto del COVID-19 ejercen una labor de cuidado de los demás.
Había escuchado hablar del doctor Grajeda varias veces, lo había visto y saludado durante la etapa de transición del gobierno de Javier Corral en el verano de 2016, pero no me tocó tratarlo hasta que asumió la titularidad de la Secretaría de Salud en 2017. Y sólo puedo decir cosas buenas de él.
Nos tocó hacer equipo para lanzar la ambiciosa y muy querida estrategia “Chihuahua Crece Contigo”, inspirada en sendos modelos de gobiernos de izquierda en Chile y en Uruguay. Su objetivo básico: brindar un piso parejo, una posibilidad de arranque parejo a las niñas y niños de las zonas de extrema pobreza en el estado, apoyando a las madres embarazadas y a sus hijas e hijos de 0 a 5 años en tres aspectos básicos: salud, nutrición y prácticas de buena crianza. Comenzamos en 4 zonas de extrema pobreza de los municipios de Juárez, Chihuahua, Batopilas y Guadalupe y Calvo.
Desde el principio de la estrategia me llamaron la atención la apertura y disponibilidad del doctor Grajeda: nunca puso objeciones a esta estrategia interinstitucional, que involucraba sobre todo a la Secretaría de Salud y a la de Desarrollo Social. Destacó a personal médico y de enfermería sin poner ninguna objeción y con un gran tino nombró coordinadora por parte de Salud a una médica extraordinaria: Daisy Acevedo, quien hizo una gran mancuerna don la antropóloga Denisse Salazar, por desarrollo social. No tuvo problema en que la coordinación radicara en esta última secretaría.
También pude constatar en todo momento su capacidad de trabajo en equipo, sin protagonismos, dándonos nuestro lugar a quienes participábamos en la conducción de la estrategia y mostrando una gran capacidad para reconocer los aportes de otros y las áreas que no dominaba. Siempre lo vi entusiasmado, dispuesto, nunca quejoso ante los problemas que se presentaban.
Ahora entiendo que estas actitudes del doctor Grajeda emanaban de una actitud, de un valor básico, y con esto paso a la segunda dimensión que señalaba al principio de este texto: la opción por hacer del cuidado de los demás la misión fundamental en la vida. Sí, una forma de ganar y tal vez muy bien, la subsistencia, pero combinada con una preocupación continua y efectiva por entregar sus conocimientos y competencias para el cuidado de la salud de otras y de otros. Hasta el punto de arriesgar y ¿perder? ¿ganar? la propia vida en el cumplimiento de dicha misión.
Esa misión de cuidado, de cuidados, cumplida todos los días con abnegación es lo que caracteriza a tantas y tantos trabajadores de la salud que han muerto y enfermado durante esta pandemia. El COVID-19, entre otras cosas, nos ha clarificado que la vida de las personas debe estar en el centro de todas nuestras acciones y preocupaciones y que es necesario valorar y reconocer la enorme y trascendental labor de todas las personas que ejercen una labor de cuidado: en la salud, en la educación, en la atención a niñas y niños, a personas con discapacidad, a personas mayores, a grupos vulnerables, a víctimas de la violencia. Profesionales o no; remuneradas o no, hay muchísimas personas que de manera callada o invisibilizada ejercen esta labor cotidiana fundamental en nuestra sociedad. Una labor que va al centro de la persona humana: para construirla, para curarla, para prepararla, para remediarla, para reconstruirla.
Por todo esto, así como con estas modestas líneas quiero hacer un sencillo memorial de mi amigo y colega el doctor Enrique Grajeda Herrera, quiero también contribuir al memorial de todas las personas que han ofrendado su vida en cumplimiento de su misión de cuidarnos. Y ojalá que el sacrificio noble de tantas personas nos haga caer en la cuenta que cuidar con amor a las y los demás es tarea esencial para hacernos humanos.
Que en paz descansen. Gracias, doctor; gracias a todas y a todos quienes nos han cuidado.