Ante los intentos del extranjero por influir en los comicios presidenciales de Estados Unidos, los comicios de este año han sido blindadas de las amenazas provenientes desde otros países, aseguran
Itzel Ramírez / La Verdad
La pandemia de coronavirus y su impacto en la participación de los votantes, junto a los intentos del extranjero por influir en los comicios presidenciales de Estados Unidos, constituyen dos de los retos del sistema electoral norteamericano, que se prepara para elegir el próximo 3 de noviembre a su presidente por los próximos cuatro años.
David Levine, integrante de la Alliance for Securing Democracy (ASD), asegura que, a pesar de las amenazas, el riesgo de fraude en la elección es prácticamente inexistente, aunque existen varios elementos que podrían mejorarse, a la luz de los riesgos vistos en una elección como la presente, donde el voto anticipado es mayor que nunca.
Para el gobierno estadounidense, indicó Levine, ha sido un avance el reconocimiento público de los intentos extranjeros por influir en las elecciones norteamericanas, particularmente desde los comicios de 2016.
“Para quien quiera que todavía se pregunte si los adversarios extranjeros están tratando de interferir en la elección presidencial de Estados Unidos en 2020, la respuesta es claramente que sí. El 10 de septiembre, Microsoft reportó un incremento en los ciberataques originados en Rusia, China e Irán destinados a sus clientes, incluidos ataques en contra de grupos políticos y de las campañas presidenciales del presidente Trump y del exvicepresidente Joe Biden”, explicó Levine en una charla organizada dentro del tour virtual organizado por los Centros de Prensa Extranjera del Departamento de Estado y en cooperación con el Centro Internacional Meridian.
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Posteriormente, Microsoft detalló los esfuerzos de tres de los mayores grupos extranjeros de hackers, dirigidos a campañas y a otras organizaciones políticas, individuos y think tanks, añadió el especialista.
“Microsoft advirtió que estos ataques (…) dejaban clara la actividad de grupos extranjeros en su esfuerzo por atacar la elección de 2020, un hallazgo consistente con el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos”, añade.
Para entender cómo los comicios de este año han sido blindadas de las amenazas extranjeras, Levine expuso las características primordiales del sistema electoral estadounidense.
A diferencia de muchos países, destaca Levine, la administración de elecciones en Estados Unidos es altamente descentralizada, ya que son las autoridades estatales y locales las encargadas de administrar los comicios.
“El rol para elecciones estatales y federales reside principalmente en cada estado, y ninguno de ellos administra las elecciones de la misma manera que otro estado”, puntualiza Levine.
Los estados, en este esquema, son responsables de la regulación del proceso de registro para votar, del envío de boletas a través de correo, así como de los requisitos para el voto anticipado y del voto presencial.
En total, añade el experto, los estados son responsables de la planeación de más de ocho mil elecciones que en conjunto se realizan en todo el país. Mientras algunos estados cuentan con las guías y procedimientos para la organización y desarrollo de las elecciones, otros brindan autonomía y poder de decisión a sus respectivas jurisdicciones locales para conducir los comicios.
En un periodo electoral marcado por los señalamientos de posibles fraudes, Levine recuerda que las autoridades locales y estatales se aseguran de que cada voto cuente, por lo que hay un periodo para la certificación de los resultados.
“Por ello, agentes extranjeros podrían utilizar el tiempo que se requiere para certificar la elección y anunciar los resultados al compartir información falsa (…) encaminada a convencer al público de la ilegitimidad de las elecciones”, agrega el especialista.
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El pasado 22 de septiembre, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional informaron que desde el extranjero había intentos por propagar desinformación sobre el resultado de las elecciones, en un esfuerzo por desacreditar el proceso y dañar las instituciones democráticas estadounidenses, recordó Levine.
“Los votantes deben sentirse seguros de que sus votos serán protegidos de ciberataques y problemas técnicos que pudieran plantearse en la elección presidencial”, sentencia.
Aunque la elección está suficientemente protegida, Levine reconoce que existen oportunidades para robustecer los sistemas electorales de cada estado y que en los últimos meses se ha avanzado para fortalecer la seguridad.
Instancias federales, añade, se han asegurado de que quede un registro en papel de prácticamente cada voto emitido.
“El director de la Ciber División del Departamento de Seguridad Nacional recientemente estimó que el 92 por ciento de los votantes emitirán su sufragio en boletas de papel que pueden ser auditadas”, apunta Levine.
Aunado a esa medida, la gran cantidad de ciudadanos que votaron o votarán por correo y que pueden rastrear el procesamiento de su sufragio, permite contar con mayor información y certeza de adónde y cómo se llegó al resultado de la elección.
Para contribuir al fortalecimiento de la democracia y la confianza en sus instituciones, Levine recomienda incrementar la educación de los votantes, particularmente en momentos en los que las campañas de desinformación cobran mayor importancia.
“Ha habido incontables estudios independientes y revisiones del gobierno en las que se ha encontrado que el fraude electoral es extremadamente raro en todas sus formas, incluido el voto por correo.
La mayoría de los estados tiene un gran número de protocolos y controles para garantizar que el voto por correo es seguro”, explica Levine ante la cantidad de campañas de desinformación sobre la posibilidad de que no se cuenten los votos emitidos antes del 3 de noviembre.
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