El consumo de los sustitutos del azúcar se asocia a diversas enfermedades desde malestares gastrointestinales hasta partos prematuros y cáncer, su consumo debe ser transitorio
Por Kennia Velázquez / Pop Lap
Prometen sabor, menos calorías y salud, sin embargo, los edulcorantes provocan efectos adversos, investigaciones científicas han relacionado su consumo con resistencia a la insulina, partos prematuros, mayor riesgo de cáncer y cambios cardio metabólicos, entre otros.
Los edulcorantes se encuentran en decenas de productos “light” o en aquellos que se anuncian como “0 azúcar”, se suelen recomendar por algunos médicos y nutriólogos para su uso libre y de manera permanente a pesar de que están relacionados “con cambios negativos en el metabolismo de glucosa, lípidos, nivel de presión arterial y mayor riesgo de una circunferencia de cintura fuera de parámetros de normalidad”.
Investigadores de la Escuela de Dietética y Nutrición del ISSSTE, señalan que “se creía que el consumo de edulcorantes no calóricos (ENC) era un factor protector para las enfermedades metabólicas; pero, la evidencia demuestra que el consumo de bebidas con ENC representa el mismo riesgo metabólico que el consumo de bebidas azucaradas regulares; o incluso un efecto mayormente negativo sobre la presión arterial de individuos consumidores de estas”.
La doctora del Centro de Investigación en Nutrición y Salud, Alejandra Contreras explica que los edulcorantes son compuestos que pueden ser naturales o sintéticos, algunos aportan calorías, pero menos que el azúcar, pues endulzan desde 200 hasta mil veces más que ésta, por eso se requieren pequeñas cantidades, “el problema con los edulcorantes es que se metabolizan diferente y eso produce diferentes efectos en el organismo”.
La especialista señala que si bien algunos estudios sugieren que los edulcorantes si contribuyen a la reducción de peso porque se disminuye el consumo de calorías. Un estudio reveló que las personas que consumieron bebidas con sucralosa, aspartame o Reb-A, vieron pocos cambios en su peso. Las que tomaron bebidas endulzadas con sacarina experimentaron un “aumento significativo del peso corporal” después de tres meses.
Contreras alerta que estos productos “se asocian a efectos adversos a la salud: mayor riesgo de diabetes, habituación a sabores muy dulces, por ejemplo, en el caso de los niños y los adolescentes que se acostumbran a este tipo de sabores tan intensos en el paladar, que cuando se les proporciona algún alimento sin edulcorantes, no les apetece y si utilizan mucha azúcar para endulzar sus alimentos para lograr el mismo efecto”.
En México, el 14 por ciento de los productos tienen añadido este tipo de aditivos, los más usados son la sucralosa, acesulfame-k, stevia y aspartame.
La sucralosa puede aumentar la glucosa en sangre, lo que condiciona a un mayor riesgo de prediabetes. “La Asociación de Americana de Diabetes no recomienda el consumo de edulcorante de forma habitual es decir, pueden utilizarlos mientras que estén en esta etapa de transición de quitar el azúcar de su dieta”, explica Contreras, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública.
En un estudio sobre el consumo frecuente de sucralosa realizado por investigadores del Hospital General Dr. Eduardo Liceaga descubrió que el consumo frecuente de sucralosa en personas sanas puede incrementar los niveles de glucosa e insulina en la sangre. Otros estudios liderados por el doctor Galileo Escobedo han encontrado que este edulcorante también afecta la microbiota intestinal – miles de bacterias que se encuentran en el intestino y contribuyen a la salud- pues produce disbiosis intestinal, es decir, altera el balance de las bacterias intestinales, lo que puede producir inflamación intestinal y trastornos digestivos. Cuando la consumen mujeres embarazadas aumenta la probabilidad de tener bebés obesos.
El acesulfame se encuentra en las bebidas dulces “y puede condicionar a una mayor acumulación de grasa, en las mujeres embarazadas aumenta el riesgo del parto prematuro y alergia en los bebés”, alerta Contreras.
La stevia es un edulcorante muy popular por su origen natural, “pero se procesa y casi nunca viene sola, viene con otros edulcorantes. Puede afectar la glucosa, la presión arterial e incluso hay algunos estudios que lo han asociado con infertilidad”, dice la especialista. “Lo mejor es consumir las hojas de la planta, aunque la FDA considera que aún falta de evidencia científica”.
El aspartame se utiliza en las bebidas, en algunos lácteos, en dulces, puede llegar a ser tóxico para el hígado, los riñones, a los nervios y puede condicionar mayor riesgo de diabetes. Este edulcorante y el acesulfame están vinculados con un mayor riesgo de cáncer de mama, colon y ovarios, además provocan alteraciones en la desintoxicación en el hígado.
Otro edulcorante, muy utilizado en bebidas, la fructosa líquida – se obtiene a partir del jarabe de maíz-, acelera la acumulación de grasas en el hígado y puede producir hipertrigliceridemia, es decir un nivel elevado de triglicéridos, que puede desencadenar en un derrame cerebral o un ataque cardiaco, según una investigación realizada en ratones por la Universidad de Barcelona, que además revela que el efecto que provoca la fructosa en el aumento de la síntesis de ácidos grasos en el hígado tiene un papel más determinante que el consumo de grasas a través de la dieta.
El dilema es ¿qué consumir sin ingerir calorías extras ni dañar el organismo? La Organización Mundial de la Salud recomienda limitar la ingesta de azúcar a no más de 25 gramos. La doctora Alejandra Contreras explica que “en una dieta saludable podemos utilizar una cucharadita de azúcar mascabado o miel para una taza, es decir menos de 5 gramos por 250 mililitros. Aunque lo ideal es consumir agua simple, pero para las personas que están acostumbradas a las bebidas dulces se puede ir bajando la cantidad de azúcar que toman en el día de manera gradual”.
Una investigación de la Universidad de Duke concluyó que los humanos y los animales prefieren los azúcares nutritivos a los edulcorantes no calóricos. Y la evidencia muestra porqué es así. Un ensayo clínico dirigido por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill encontró que los adultos obesos y con sobrepeso que cambiaron las bebidas azucaradas por agua o por bajas en calorías, luego de seis meses perdieron en promedio de 2 a 2.5 por ciento de su peso corporal. El grupo que tomó agua mejoró significativamente sus niveles de azúcar en la sangre, y el grupo que usó edulcorantes no lo hizo.
Los edulcorantes son seguros en términos de toxicidad, pero no en términos de los efectos metabólicos a largo plazo. Aunque existe la Norma Oficial Mexicana 086, 218 que indica las cantidades de edulcorantes que deben llevar los productos, el consumo de muchos productos que contienen este tipo de aditivos, puede afectar nuestra salud. La industria alimentaria ha incrementado su uso en las últimas décadas, incluso en productos infantiles, por ello se implementó un sello de advertencia para alertar sobre el consumo en niños y niñas.
“La Organización Panamericana de la Salud tiene el modelo del perfil de nutrientes para Latinoamérica y la evidencia científica que ellos utilizan para no recomendar este tipo de edulcorantes a los niños es que les generan habituación a sabores dulces. Se ha visto que pueden aumentar de peso, que no les produce saciedad, les altera el apetito y esto produce que los niños están consumiendo muchos alimentos que son hiperpalatables, o sea que tienen mucho sabor dulce, pero también que tienen sal y entonces se hacen adictos a este tipo de productos y entonces les genera sobrepeso y obesidad y también puede tener riesgo de diabetes como se ha visto los adultos”, dice Contreras.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pop Lap que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.