Migración

El comedor de Catedral: comida caliente y esperanza a migrantes




diciembre 23, 2022

Alimentos calientes son servidos por voluntarios a personas migrantes que llegan a diario a la Catedral de Ciudad Juárez. Algunos solo quieren un lugar para descansar, cargar sus celulares o ropa invernal para aguantar el clima frío y extremoso de la región

Texto y fotografías: Verónica Martínez / La Verdad

Ciudad Juárez- En una tarima colocaron la comida que se conserva caliente en charolas de aluminio y enfrente acomodaron seis mesas grandes. Así adaptaron como comedor comunitario un salón de usos múltiples en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe donde se alimenta a personas migrantes que transitan por la ciudad.

El platillo incluye una porción de arroz blanco, frijoles prietos y un huevo cocido para brindar la proteína. Una de las voluntarias que apoya en el programa de atención a migrantes sirvió en vasos de unicel leche caliente, que también se incluyó en el menú de ese día.

“La verdad es una ayuda y con el frio qué está haciendo allá afuera es terrible”, dijo Rosbely una joven de 21 años de Venezuela.

“Con esta lechita que nos dieron yo siento que me calenté tanto por dentro. Sentí un calorcito tan rico que no provoca salir de aquí”.

Desde que se graduó del bachillerato, Rosbely dejó su país de origen primero dirigiéndose a Perú. Ahí contaba con familia, pero la reciente inestabilidad política de ese país la hizo migrar otra vez, inicialmente volviendo a Venezuela y finalmente desplazándose a Ciudad Juárez con el objetivo de cruzar a los Estados Unidos.

Aquí en la ciudad se ha dedicado a trabajar como asistente de cocinero en un restaurante y es acogida en un albergue ubicado en la colonia Bellavista, no tan lejos del bordo fronterizo de México con Estados Unidos.

Otra de las voluntarias se acercó a la mesa para mencionarles que pueden servirse un segundo plato.

“¿Por ser Navidad?”, bromeó Rosbely, por la cercanía a la Noche Buena.

Como parte de sus actividades financiadas por el Ministerio San Columbano, la oficina de Movilidad Humana de Ciudad Juárez ha ofrecido almuerzos a las personas migrantes que llegan desorientadas a la zona centro. No todos buscan alimento, algunos solo quieren un lugar para descansar, cargar sus celulares o ropa invernal para aguantar el clima frío y extremoso de la región, que durante este fin de semana alcanzó los 7 grados centígrados bajo cero.

El programa de almuerzos inició desde el 14 de octubre con la llegada significativa de venezolanos. En promedio se reciben de entre 100 a 200 personas al día dijo la coordinadora, Cristina Coronado, pero durante la semana pasada esta demanda se ha mantenido constante.

“Desde antes teníamos un flujo de personas que llegan desde muy temprano, a veces solo queriendo café o chocolate caliente”, dijo Coronado. “Pero la semana pasada fue cuando vimos este incremento muy de repente”.

Mientras el jueves pasado atendieron a cerca de 200 personas el viernes llegaron 400. Esta atención se da durante gran parte del día explicó Coronado y no son necesariamente flujos que llegan al mismo tiempo.

El arribo de las personas migrantes ha continuado y disminuido con la cantidad de personas que permanecen a orillas del Río Bravo esperando poder presentar una solicitud de asilo a las autoridades migratorias, dijo Coronado. El martes de esta semana la atención en el comedor volvió a subir consideradamente.

Fotografía: Cortesía.

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En una de las paredes hay un televisor en el que se proyectan videos producidos por organizaciones internacionales que apoyan a migrantes y refugiados. Informan sobre sus derechos y advierten sobre las acciones que se pueden considerar trabajo forzado y trata de personas.

Se escuchan acentos venezolanos en su mayoría, pero también de Honduras y Guatemala. Las personas narran sus experiencias y los rumores que escuchan sobre más caravanas acercándose a la frontera y amigos que vienen en camino.

A lado del televisor hay un crucifijo y abajo una cafetera y charola con galletas. Muchos solo buscan café caliente o un lugar seguro para quitarse el frio.

Antes de llegar a Ciudad Juárez, muchos migrantes ya conocían sobre estos espacios donde les ofrecen almuerzo, pues la información de servicios para migrantes se comparte entre ellos. Así llegaron José Manuel, José Abreu y Manuel al comedor, buscando información y un lugar seguro.

El 12 de diciembre habían llegado a Ciudad Juárez y permanecían bajo la expectativa de que este miércoles el Título 42 ya no estaría vigente. Esta revocación no sucedió y la permanencia de la orden de salud pública que expulsa inmediatamente a solicitantes de asilo y ayuda humanitaria continúa discutiéndose en las Corte Suprema de los Estados Unidos.

“Sabíamos que era difícil. Yo tenía el viaje canalizado para un mes”, dijo Manuel. “Ya voy para tres”.

Los tres jóvenes se sienten solos. No les cuentan a sus familiares sobre sus trayectos porque saben que solo los van a preocupar. Manuel les dijo de sus planes de llegar a Estados Unidos cuando venía ya en camino. Cuando llaman, solo dice que “todo está bien”, dijo Manuel, pero ya pasaron dos semanas desde la última vez que habló con ellos. 

“Nuestro propósito es tratar de buscar ayuda y seguir adelante”, dijo José Manuel agregando que el plan sería permanecer juntos los tres, buscar empleos para sostenerse mientras deciden si entregarse a las autoridades de la Patrulla Fronteriza sería su mejor opción.

Ambos venezolanos, José Manuel, 30, y Manuel, 24, salieron de Colombia hace dos meses. Se describen cómo amigos del barrio y decidieron intentar migrar a Estados Unidos pues en su país no había empleo ni forma de sustentar a sus familias. Juntos han pasado por ocho países y en Guatemala conocieron a José A., también venezolano.

Los tres jóvenes han dudado en entregarse a las autoridades por temor a ser expulsados por otra frontera o ser retornados hasta Guatemala perdiendo todo su esfuerzo y dinero.

“Desde allí hemos estado juntos los tres de arriba abajo. Apoyándonos el uno al otro”, dijo Manuel. “Te sientes como con apoyo porque hacer este viaje solo te desmoraliza y te quiebra, pero tienes una persona con quien puedes reír y llorar.”

Para las dos de la tarde más personas suelen llegar al comedor buscando una merienda, pero estos son principalmente personas que han logrado conseguir un empleo, aunque sea temporal y por una tarde, explicó Coronado.

Miguel M., venezolano de 36 años ya lleva cuatro meses en México. Él se “tiro” a la frontera por Coahuila y lo trasladaron de regreso hasta Villa Hermosa, Tabasco, y ahora lleva dos meses en Ciudad Juárez.

En Venezuela era personal administrativo de un banco, pero con la crisis económica del país, él y muchos perdieron sus empleos. En Ciudad Juárez ha conseguido trabajo como cocinero en restaurantes de la zona centro, cuando no consigue empleo vende dulces en la calle.

“Para nosotros que no tenemos trabajo fijo, esto es una bendición”, dijo refiriéndose al plato con arroz, frijoles y huevo sobre la mesa. “No nos dan trabajo por qué no tenemos permiso”.

Miguel considera volver a entregarse a la Patrulla Fronteriza, para ver si tiene una oportunidad. Sin embargo, muchos de sus compatriotas no son aceptados a Estados Unidos y ante estas posibilidades, Miguel empieza a considerar a México como un país en el que se podría regularizar y quedar.

A menos de un kilómetro, otras personas en movilidad llegan a la frontera esperando ser recibidos en el país vecino y presentar sus solicitudes de asilo. Se organizan en una larga fila para ser atendidos por agentes federales.

“Los veo y pienso, ‘ojalá lo logren’ porque muchos venimos con un sueño y los sueños son tirados a la basura como nos tiraron a nosotros cuando entramos allá”.

Con el incremento de personas llegan a Ciudad Juárez y el alza en demanda en atención, la oficina de Movilidad Humana solicita voluntarios. Para más informes comunicarse con Cristina Coronado al (656) 321 22 51.

laverdadjz@gmail.com

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