Opinión

Quiénes no pagan la cuenta




febrero 1, 2023

En este país, quienes pagamos la cuenta, al menos en su mayor parte, somos nosotros: las y los trabajadores, las y los consumidores.  los pequeños y medianos contribuyentes, los contribuyentes cautivos. ¿Qué se podría hacer si se estableciera un impuesto federal a las grandes fortunas?

Por Víctor M. Quintana S.

Nunca faltan los gorrones. Los que se hacen chiquitos cuando llega la cuenta, o se van al baño. Los que no traen cambio. Los que sólo ponen unas cuantas monedas. Desgraciadamente esto no sólo pasa en las reuniones de la vida cotidiana. Sucede también en los gastos que se tienen que hacer para sacar adelante a la gente de un país. Quienes no pagan las cuentas son los súper ricos.  Esa es la terrible conclusión del más reciente informe de la organización internacional OXFAM, en su versión para México, titulada así precisamente: “¿Quién paga la cuenta?”

La distribución de la riqueza no mejora en el mundo ni en México. A pesar de los audaces y muy redistributivos programas sociales del Gobierno Federal, un puñado de súper ricos se hace todavía más rico y la gran mayoría se hace todavía más pobre:

Los súper ricos en México han visto crecer sus fortunas en un tercio (33%) desde el inicio de la pandemia. Por cada 100 pesos de riqueza que se crearon entre 2019 y 2021, 21 pesos se fueron al 1% más rico y apenas 0.40 pesos al 50% más pobre. Solamente Carlos Slim, el hombre más rico de México y de América Latina y el Caribe, concentra más riqueza que la mitad de la población mexicana y ha visto crecer su riqueza en un 42% desde el principio de la pandemia, un monto equivalente a US$1 millón por hora.

Si ganan tanto Slim y los muy pocos súper ricos que hay en el país, ellos deberían pagar buena parte de la cuenta. Es decir, deberían contribuir más al pago de lo que cuesta sostener y proporcionar servicios de salud, alimentación, educación, cultura, transporte, seguridad, etc. a la población del país.

Pero no es así: las personas contribuyentes por encima de los 500 millones de pesos anuales apenas representan el 0.03 por ciento de la recaudación total de impuestos. Las grandes empresas, pagaban hasta 2021, tasas efectivas de Impuesto Sobre la Renta (ISR) de apenas entre el 1 y el 8 por ciento del total de sus ingresos. Comparemos este porcentaje con el 30 por ciento que pagamos los simples mortales, es decir, todas las pequeñas y medianas empresas y las personas físicas.  

De cada 100 pesos que la economía mexicana produce, el gobierno en todos los niveles sólo recauda 17.80 pesos, el promedio más bajo de toda Latinoamérica. Y ese dinero recaudado proviene en su mayoría de lo que la mayoría de nosotros pagamos por lo que consumimos (IVA) lo que percibimos (ISR), la seguridad social y la nómina. Los super ricos no pagan lo que deberían pagar gracias a sus ardides, a sus despachos especializados en eludir el pago de impuestos, también porque aquí no existe el impuesto a las grandes fortunas ni a las herencias.

Entonces, quienes pagamos la cuenta de este país, al menos en su mayor parte, somos nosotros: las y los trabajadores, las y los consumidores.  los pequeños y medianos contribuyentes, los contribuyentes cautivos.

No basta, pues, que el gobierno destierre la corrupción, la apropiación privada de los recursos públicos, el tráfico de influencias, el peculado, etc. Hay una forma velada de corrupción, permitida, incluso a veces favorecida: dejar que los súper ricos no paguen lo que deberían pagar de impuestos. El gobierno de AMLO ha avanzado muy significativamente en ese aspecto: hasta Slim se jacta ahora que paga sus impuestos, como si fuera un favor que nos hace.

Sin embargo, hay que ir más allá, recomienda OXFAM. Es necesario incrementar los impuestos sobre la riqueza. En América Latina, somos los últimos en recaudación de impuestos a la riqueza: sólo el 0.34% del Producto Interno Bruto, contra un 2.57% que es el promedio latinoamericano.

¿Qué se podría hacer si se estableciera un impuesto federal a las grandes fortunas? Se recabarían hasta 270 mil millones de pesos anuales: tres veces el presupuesto del estado de Chihuahua. Con ellos se podría incrementar en un 40 por ciento el gasto de salud pública federal y se podría multiplicar 17 veces el gasto federal en protección ambiental. Y esto sin aumentar un centavo lo que las grandes mayorías pagamos por lo que consumimos o lo que percibimos.

Para tener un país menos desigual, para que haya un desarrollo menos desequilibrado y más integral, sería bueno que como ciudadanía le exijamos al gobierno poner en práctica las recomendaciones que OXFAM propone: 1. Establecer un impuesto progresivo a las grandes fortunas. 2. Promover reformas fiscales profundas, progresivas y transparentes. 3. Revisar los privilegios fiscales del 1% más rico. 4. Priorizar la inversión pública en infraestructura social, como salud, educación y cuidados a los grupos y personas más vulnerables.

Sí se puede y sí se debe.

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