El agua de lluvia debería ser bienvenida y vista como un valioso recurso y no temida como sucede actualmente, sin embargo, para ello es necesario hacer cambios de fondo en la infraestructura urbana y en lo que entendemos como nuestras prioridades como ciudadanos
Por Alma Rodríguez
Ciudad Juárez– Cada año, en la temporada de lluvias que usualmente va de julio a septiembre, en una o varias ocasiones la ciudad se ve colapsada completamente por la cantidad de agua que cae en muy poco tiempo por algún fenómeno meteorológico especial, haciendo que ésta se acumule en las calles durante algunas horas o incluso varios días según las condiciones de la zona.
Todos los años sucede, y durante esos breves periodos nos preocupa y molesta pues nos llega a impedir realizar nuestras actividades cotidianas por las inundaciones, sin embargo, el resto del año la preocupación colectiva se centra en poder circular más rápido, en calles más amplias y más pavimento.
Estas dos preocupaciones son hasta cierto punto contradictorias, ya que los problemas de inundación en las vialidades, son ocasionados precisamente por la cualidad impermeable del pavimento, el cual, cuando llueve convierte automáticamente a las calles en albercas que contienen el agua como si fueran un recipiente, sobre todo porque el diseño de las mismas no contemplan espacios o formas específicas para que el agua fluya y continúe su ciclo natural hacia áreas permeables donde sea absorbida y posteriormente se infiltre nuevamente al subsuelo.
Esto sucede, por la errónea idea de que “aquí casi no llueve” pues ello ha generado que, durante años atrás, se haya omitido invertir lo necesario para modificar el diseño de las calles de la ciudad, la forma de gestionar el agua de lluvia, así como la forma en cómo construimos. Simplemente podemos ver que en las obras del reciente presupuesto participativo hubo gran cantidad de solicitudes de pavimentación de vialidades, la gran mayoría de ellas sin si quiera incluir banquetas, mucho menos pensar en el tema de la captación de agua de lluvia, lo que nos habla de una cultura de la sostenibilidad urbana en pañales.
La forma tradicional de construir nuestra ciudad, durante el último siglo no ha sido sensible a los impactos al medio ambiente, incluyendo el agua, esto ha generado cambios de fondo en el ecosistema urbano: desde islas de calor, es decir, aumento de la temperatura en la zona urbana generada en mucha medida por los pavimentos y concretos con que se recubren calles y estacionamientos, pero también debido a las pocas áreas arboladas y con vegetación, lo cual también impacta en la creciente mala calidad del aire que respiramos.
Hace pocas décadas surge un enfoque llamado Diseño urbano sensible al agua, el cual propone que en las ciudades se debería buscar integrar el ciclo del agua en la dinámica urbana y por tanto, la infraestructura debería estar pensada y preparada para que cuando la lluvia se presente en la zona urbana, existan los espacios a los cuales conducir el agua de lluvia para su aprovechamiento en riego, para su captación o infiltración, lo cual a su vez evite que permanezca mucho tiempo en las vialidades causando conflictos y accidentes.
Por otro lado, este enfoque de diseño debería ser integrado en los reglamentos de construcción, pero, sobre todo, vigilado su cumplimiento, pues actualmente ya es norma municipal que el agua de lluvia que caiga en los techos o dentro de cualquier predio privado, debe ser captada, manejada o infiltrada en el mismo predio, quedando prohibido echar esa agua a la vía pública. Sin embargo, si nos fijamos un poco en las construcciones a nuestro alrededor, nos podremos dar cuenta que muchas de ellas no solucionan parcial o en absoluto este problema.
Tengo muy grabado en la memoria un video que vi una vez en redes sociales de un Hotel de la ciudad, en una tormenta como la de días pasados, en dónde se observaba que desde dentro del predio del hotel hicieron un hueco en una de sus bardas y por ahí estaba saliendo a borbotones el agua acumulada en su estacionamiento hacia la calle ya de por si inundada… inaudito.
Como ciudad, el agua de lluvia debería ser bienvenida y vista como un valioso recurso y no temida como sucede actualmente, sin embargo, para ello es necesario hacer cambios de fondo en la infraestructura urbana y en lo que entendemos como nuestras prioridades como ciudadanos. Además, es importante que la exigencia de obra pública relacionada con el agua de lluvia no se nos olvide pasando esta temporada de lluvias, porque el siguiente año vendrá otra…