Opinión

Las víctimas del Ipacult en Ciudad Juárez




febrero 13, 2024

Sin duda Miguel Ángel Mendoza hizo lo suyo para acabar como lo hizo. Nunca ha sido mi pretensión quitarle responsabilidad a nadie que haya fallado en sus obligaciones como funcionario público. Pero mencionarle como víctima es porque no creo que haya hecho las cosas sin que sus superiores estuvieran enterados

Por Leobardo Alvarado

Mi querido amigo Hernán Ortiz ha utilizado el viejo recurso de nombrarme para llamar la atención y abrir un debate interesante a partir de un artículo de opinión en el que digo que Miguel Ángel Mendoza Rangel, el ahora exdirector del Instituto para la Cultura del Municipio de Juárez (Ipacult), fue una víctima.

Él está en desacuerdo conmigo porque no cree que Miguel Ángel Mendoza sea una víctima. Aunque me concede que deben revisarse las estructuras que llevaron al ahora exdirector del Ipacult –y enfatiza– a manejar presupuestos sin resultados.

Como sabemos mi amigo se ha destacado por su trabajo y compromiso en el manejo de la información pública y su exigencia de que las instituciones y gobiernos sean transparentes. Así que con información contextualiza cómo es que el Ipacult aumentó el dinero público destinado a esta institución durante los últimos siete años.

Menciona que el Ipacult recibió más dinero que otras instituciones autónomas como el Instituto Municipal para las Mujeres o el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP). Se pregunta sobre si ese dinero público que recibe el Ipacult se refleja en la cultura o el arte.

Su desacuerdo pues, plantea una discusión interesante: ¿Es o no Miguel Ángel Mendoza Rangel una víctima? ¿Se convertirá o no el nuevo Consejo de gobierno del Ipacult en otra víctima?

En algunas partes de su texto me parece está el por qué de su incomodidad de que yo dijera que es una víctima.

  • “Cabildeó recursos para los bolsillos de su familia con el pretexto de que un bien intangible como la cultura necesita dinero”
  • “Deja nepotismo, expresiones acríticas y fruto de la corrupción… ¿o no?”
  • “Creo que sí debe tener alguna responsabilidad, el punto aquí es que, quién lo conservó en el puesto a pesar de no tener resultados tangibles es cómplice también. Hablo del Consejo del Ipacult, que recién se acaba de medio renovar, a puerta cerrada y en la discreción total.”
  • “No se han visto resultados, pero sí se han relacionado familiares del exdirector del Ipacult con contratos públicos, lo cual va en contra de la ley de adquisiciones… o tal vez sólo tal vez, hasta podrían ser delitos de Tráfico de Influencias y Cohecho tipificados en el Código Penal el Estado de Chihuahua.”

De lo anterior se desprende y se puede entender entonces, que alguien que es funcionario por tener una responsabilidad pública, no puede o cuando menos es difícil que sea una víctima.

Mi argumento sobre la destitución de Miguel Ángel Mendoza del Ipacult lo enfoque en que es lamentable de que haya terminado así, y que es una víctima de una cadena de errores que grosso modo relato desde que se ideó la creación del Instituto Municipal de Cultura (IMAC) que fue el primer proyecto antecedente del Ipacult. Es decir, que fue una víctima de las estructuras políticas locales que nunca han podido atender el reclamo ciudadano que ha pugnado por el Derecho a la Cultura.

La idea de víctima la amplío, y es cierto que hasta quizá algunos puedan interpretar que lo relativizo. Pero no es así y tampoco quiero minimizar el significado para otras víctimas de otras violencias.

Sin duda Miguel Ángel Mendoza Rangel hizo lo suyo para acabar como lo hizo, Nunca ha sido ni será mi pretensión quitarle responsabilidad a nadie que haya fallado en sus obligaciones como funcionario público.

Pero mencionarle como víctima es porque no creo que haya hecho las cosas sin que sus superiores estuvieran enterados. Más cuando con tanto tiempo y desde distintas expresiones se les dijo lo que sucedía, y que no estaba bien que continuara porque contravenía el reglamento del Ipacult.

Creo que Miguel Ángel Mendoza fue víctima de las ambiciones, pero no las suyas.

Además de la historia de la cadena de errores que ya mencioné, pienso que era útil a los fines del alcalde en turno con una idea de Cultura que puso al servicio de los intereses electorales por sobre los del Derecho a la Cultura que tiene la ciudadanía.

Así se comportó con el exalcalde Armando Cabada, y no fue extraño que también lo hiciera con Cruz Pérez Cuellar, al rendir en el mismo esquema. Los últimos años de su carrera como gestor cultural los dedicó a organizar y contribuir en eventos donde lo primordial era promover el nombre o la figura del alcalde al que servía.

Entonces fue víctima no sólo de su codicia, sino de creer que podía con el aparato político gubernamental. Por eso es que terminó utilizado por quienes sí tienen realmente el poder en los gobiernos de los que fue parte. En este sentido es importante recordar que Miguel Ángel Mendoza ya había mostrado esa cara de sus ambiciones cuando antes de ser funcionario con Cabada, anduvo maniobrando para acercar gente a Lilia Merodio en sus aspiraciones políticas de aquel momento.

Pero en qué momento cruzó la línea de la falta de transparencia en sus acciones. Cuando trataba de buscar trabajo porque acababa su sexenio en el Ichicult. O antes, como lo sugieren varios rumores a los que no se debe dar crédito público porque nadie se atrevió a documentarlos y evidenciarlos. O acaso fue cuando para resolver los problemas evidentes en el recién creado Ipacult, buscó generar esquemas que facilitaban atraer recursos económicos porque la figura legal del Instituto lo permitía; y fue allí donde entonces se encontró con el mundo de posibilidades que surgían de esa institución, al grado de que pervirtió su administración pública en variadas formas.

Lo escribí antes. Pienso que el responsable principal de lo que pasó en el Ipacult es el alcalde Cruz Pérez Cuellar, quien permitió que sucediera todo. Luego cuando se dio cuenta de su error quiso remendar y por eso acabó destituyendo a Miguel Ángel Mendoza Rangel de manera tardía. Lo sacrificó de última hora cuando faltaba una semana para concluir la gestión alterada de la que habían sido parte ambos. Era tan obvio que algún medio publicó tempranamente que el alcalde estaba obligado a tomar una decisión, palabras más, palabras menos.

Cabe preguntarse sobre la responsabilidad del Consejo de Gobierno anterior del Ipacult y su responsabilidad en esta trama, tal y cómo también lo plantea Hernán en su texto.

El primer Consejo de Gobierno quedó comodamente conformado, algo que se aceptó por ser el inicio de un instituto que no se sabía bien a bien cómo habría de funcionar. Pero pronto se volvió una marioneta en manos del director del Ipacult. Nunca alcanzó el carácter de máxima autoridad del instituto, donde el alcalde es sólo un integrante más, aunque sea quien presida.

Entonces, podríamos decir que también quienes integraron el Consejo de Gobierno fueron víctimas de ese entramado mucho más grande al que nunca lo entendieron en sus alcances y responsabilidades. Por eso mismo cabe preguntarse si serán víctimas quienes ahora han sido electos para conformar el nuevo Consejo y, pero quedan sujetos a las ambiciones del alcalde cuando se trate de decidir al nuevo o la nueva titular del Ipacult, así como la política cultural para la ciudad.

Se dejarán imponer lo que les diga el alcalde Cruz Pérez Cuellar, y entonces así es como el sentido ampliado de víctimas –del sistema–, sucederá una vez más en esos ciudadanos y ciudadanas, que por adquirir la responsabilidad pública dentro del deseo de contribuir con su Participación ciudadana, comprometieron su legitimidad.

Veremos, pero hasta ahora no hay nada que nos diga lo contrario.

Por cierto, lo que también debemos discutir es la idea tan reducida que de Cultura ha mostrado mi buen amigo. Se nota que entrena Krav Maga con cuchillos de utilería.

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