En su visita a México, el historiador Enzo Traverso advierte de una nueva ola de antisionismo provocada por una visión neocolonial de la memoria del Holocausto que puede destruirla. Recuperar esa memoria y conectarla con la lucha contra el colonialismo es una apuesta de los movimientos contra la guerra
Por Luciana Oliver Barragán / Pie de página
Ciudad de México – Hay una versión neocolonial de la memoria del Holocausto. Si no se detiene, la consecuencia será “una deslegitimación de la memoria del holocausto y la destrucción de todas las conquistas que se hicieron dolorosamente durante décadas para reconocer el Holocausto”, advierte el historiador Enzo Traverso.
Esa memoria fue paralela a otro proceso memorial: la ocultación y olvido de la historia colonial. Ahora, la memoria del Holocausto es utilizada para legitimar el genocidio palestino. Y las formas que toma esa política de la memoria son indecente desde todos los puntos de vista. Por eso, las apuestas para los movimientos contra la guerra y el genocidio son la capacidad de recuperar la memoria del Holocausto y de la lucha contra el antisemitismo que pueda conectarse con la lucha en contra el colonialismo.
El autor de Revolución y Melancolía de izquierda -entre una docena de libros- está en México para presentar Gaza, ante la Historia (Ediciones Akal), un libro que desgrana las implicaciones del genocidio palestino.
Más preguntas que respuestas
Reponer la visión dicotómica del mundo, entre un occidente civilizado y un oriente bárbaro, en pleno 2024, parecería ridículo si no fuera trágico. La historia de los acontecimientos trágicos, como lo que ocurre a diario en territorio Palestino, requiere reflexiones complejas y espacios que las propicien. Algunos de estos espacios, de diálogo colectivo y crítico, sobre los horrores que hemos visto en Gaza el último año, fueron las diversas presentaciones del libro de Traverso.
La primera, en el Colmex, la organizó el Centro de Estudios Históricos, el Centro de Estudios Internacionales y el Centro de Estudios de Asia y África, que promovieron una conversación sobre la importancia de revisitar la historia ante lo que ha sucedido en Palestina el último año. En la UNAM, la presentación estuvo a cargo del grupo Académicxs con Palestina contra el genocidio, un grupo de más de mil 500 docentes comprometidos con la construcción de debates, reflexiones e investigaciones sobre la situación en Gaza.
Además de los innúmeros elogios que se le pueden hacer a este ensayo, los participantes y moderadores, en ambos espacios, tal vez hayan encontrado más preguntas colectivas que una respuesta concreta sobre qué puede detener esta situación.
“El historiador tiene que ser crítico, jugar un papel de interrogación sobre el pasado”
Una de las preguntas que detonaron reflexiones en ambas pláticas fue la posibilidad de que un nuevo orden mundial se geste a partir de los resultados de las elecciones del pasado martes en la Casa Blanca, donde Donald Trump venció.
Leer estos acontecimientos no es fácil, pero como dice Traverso, la historia necesita “una perspectiva histórica, una distancia que es necesaria y que no existe hoy. Se necesita la posibilidad de mirar a los acontecimientos como algo que se acabó y que puede ser historizado».
¿Cómo interpretar, entonces, este acontecimiento aún tan vivo? Enzo Traverso, desde la disciplina histórica, se ha dedicado al estudio profundo y minucioso sobre cuestiones como la dimensión política de la memoria y su relación con la historia. El 7 de octubre, en este sentido, representa un punto de inflexión, se comenzaron a leer las brutalidades hechas por el gobierno de Israel en Palestina a través de categorías históricas, palabras como “genocidio”, “holocausto”, “antisemitismo”, “sionismo” movilizaron un pasado. “Me sentí muy interpelado por estas interpretaciones”, dijo Traverso.
Aunque Traverso no se ha dedicado a la investigación específica sobre Medio Oriente, sí problematiza sobre la limpieza étnica que Israel está llevando a cabo con el pueblo palestino. Lo hace desde la interpelación del trabajo de una o un historiador:
“El historiador tiene que ser un historiador crítico, tiene que hacer, que jugar un papel de interrogación sobre el pasado. Pero el historiador hace un trabajo que tiene implicaciones sobre la manera en la cual en el espacio público se elabora y se dibuja una conciencia histórica compartida”.
La tarea del historiador tiene como objetivo justamente participar en ese proceso de elaboración de la conciencia.
Desde el 7 de octubre, lo que se formó en la conciencia colectiva de las sociedades occidentales tuvo que ver con las narraciones dominantes de los grandes medios de comunicación. En éstas vemos constantemente la relación entre el atentado del grupo palestino Hamás a Israel con los pogroms de los zares rusos a las minorías judías. Es decir: actos de violencia planeada, organizada, de un régimen dominante en contra de una minoría oprimida y excluida.
¿Cómo es posible llegar a esta conclusión? ¿Pensar que una población como la palestina, oprimida, excluida y dominada, pueda interpretarse por las narraciones hegemónicas como equivalente al régimen zarista antisemita?
El papel de los medios en la narrativa
Traverso explica estas ecuaciones a partir del trabajo que ha hecho por comprender el antisemitismo. Éste, que nace a mediados del siglo XIX, argumenta el historiador, tiene que ver con la exclusión y el prejuicio contra una minoría judía, sometida a una violencia constante en territorios rusos. Hoy, la movilización de conceptos históricos como éste se utiliza “para justificar una guerra con rasgos genocidas”. Estamos ante una instrumentalización política del antisemitismo, afirma Traverso.
Traverso pone el dedo en el renglón, y dice que han sido “los grandes y poderosos medios de comunicación los que ocuparon el papel protagónico en esta movilización”. Encargados de negar la realidad, vehiculando el conflicto y reactivando el “orientalismo”, una visión dicotómica del mundo en la que el occidente aparece como todo aquello civilizado, pacífico y respetuoso de los derechos humanos, mientras que el oriente se dibuja como lo bárbaro, conflictivo, fanático e irracional.
Incluso, como lo mencionó Marta Tawil, una de las presentadoras, al hablar sobre los medios de comunicación dominantes en México:
“En la mayoría (…) la responsabilidad israelí, se mitiga discursivamente, al señalar la existencia de que hay minorías extremistas de ambos lados. Se afirma que, las malas decisiones de los palestinos, los han conducido al camino al que se encuentran ahora. Israel se presenta como un Estado democrático, plural, laico, inclusivo. Que, si no fuera por Netanyahu, al que ya algunos tampoco les empieza a gustar, sería maravilloso, sería un estado perfecto”.
La experiencia de la colonización
Lo que muestra esta visión es la disputa vigente en la construcción de la memoria colectiva. Que va ganando una versión donde se eliminan todos los acontecimientos anteriores al 7 de octubre, entre ellos, como dijo Rafael Rojas “la experiencia de la colonización, la guerra, el despojo de tierras, el éxodo forzoso y hasta la supresión del nombre de la nación Palestina de 1948 para acá”, para sustituirlos por la narración de un antisemitismo terrorista palestino del cual necesitan defenderse en Israel.
La manera de narrar la historia se convierte, entonces, en un relato lineal, donde el sufrimiento ocurrido por la tragedia del holocausto pareciera cobrarse con la violencia planeada para exterminar a todo palestino de miedo oriente.
En este sentido, argumenta Traverso, el holocausto es otro concepto que vale la pena entender en su dimensión histórica. Europa, pasada la segunda guerra mundial, convirtió la memoria del holocausto en ese espacio del cual sentirse eternamente culpable, se creó una “nueva consciencia histórica de culpa” dice Traverso, de la que Israel hábilmente aprendió a tomarse para legitimar su ocupación, discriminación y persecución en Palestina. Para Enzo Traverso, en esta narración es donde nace una cierta “inocencia ontológica de Israel”: Israel no puede ser culpable de ningún acto porque es y siempre será la víctima.
¿Cómo podríamos, ante esta situación, desmovilizar (o re-movilizar) los conceptos históricos de los que se colgó la narrativa pro-Israel? ¿Qué se necesita para llevar el debate conceptual a la sociedad y poder disputar a los grandes medios de comunicación? ¿qué papel tiene la universidad en la vehiculación de esta memoria?
Las interrogantes están sin respuesta.
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