Opinión

Queer y la riqueza homoerótica




enero 7, 2025

La película se disfruta por esa cercanía erótica —los close-ups en las escenas de desnudo son excepcionales— y también por la ruptura del tabú de los romances por edades

Por Évolet Aceves
X: @EvoletAceves

Dirigida y producida por Luca Guadagnino, Queer es una película basada en la novela homónima autobiográfica de William Burroughs.

La historia invariablemente recuerda a la Muerte en Venecia de Thomas Mann, el apasionante amor entre un hombre adulto, Daniel Craig (que interpreta a William Lee) y uno joven, Andrew Starkey (Eugene Allerton).

Sin duda es un papel que da un giro a la carrera de Daniel Craig, a quien solíamos ver como James Bond, pero esta vez su interpretación intimista lo convierte en un actor que va más allá de las películas de acción, que puede incluso llegar a personificar a un hombre adulto que se siente atraído, enamorado, de un muchacho entre ingenuo y provocador, al que conoce en las calles de la capital.

La actuación de ambos es ejemplar, y el mejor acierto de la película es haber prolongado las múltiples escenas eróticas entre ellos, porque en el cine hace falta ese romance homosexual del que nos han privado con historias de amores heterosexuales; la película se disfruta por esa cercanía erótica —los close-ups en las escenas de desnudo son excepcionales— y también por la ruptura del tabú de los romances por edades. Este largometraje rompe el esquema de las nuevas buenas conciencias de que en el amor debe haber una diferencia de edades mínima para ser aceptable, ya no por tratarse de dos hombres, como antes pudiera haber significado un escándalo, sino por tratarse de uno joven y otro mayor.

No obstante, pese a que la historia era prometedora, hubo aspectos que fueron desmoronando su excelencia. Al soundtrack decidieron agregar pistas de Nirvana, Sinéad O’Connor, New Order, por mencionar algunos. Si bien, son canciones icónicas, desentonaron por completo con la ambientación —la década de los 50— de la película; como espectadora era irritante escuchar grunge y sintetizadores sin guardar la mínima coherencia con la época, ese contraste de música que nada tenía que ver con la imagen.

Por otro lado, las tomas aéreas de las azoteas realizadas con pequeñas maquetas, fueron entre cómicas y tiernas, es algo distinto y tal vez novedoso, y va de la mano, quiero pensar, del humor del director, pero no termino de entender por qué habría sido mejor una maqueta que tomas reales de edificios, teniendo tanto material en México.

Luego en la película los protagonistas se aventuran a un viaje por Sudamérica en busca de alucinógenos por la selva, una parte que se sintió bastante prolongada y a la que se le pudo haber recortado al menos media hora. Nuevamente la escena erótica entre luces rojas en la oscuridad fue lo que salvó esa parte chamánica de la película.

La visión que se dio de México me recuerda mucho a la percepción que muchos gringos en la Ciudad de México tienen sobre los mexicanos y sobre México: inferioridad, exotismo, un Disneyland con just a few dollars, y en donde fácilmente se convierten en reyes y reinas.

Por último, ya que no se utilizaron escenografías reales de cafés, bares o restaurantes de la Ciudad de México, al menos hubieran montado otras locaciones de estudio menos limitadas y repetidas; optaron, en cambio, por utilizar una escenografía insuficiente y paupérrima que dista mucho del México de los 50.

everaceves5@gmail.com

***

Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y textos híbridos. Psicóloga, fotógrafa y periodista cultural. Estudió en México y Polonia. Ha colaborado en revistas y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, La Libreta de Irma, El Cultural (La Razón), Revista Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales: México Seductor (2015) y Anacronismo de la Cotidianeidad (2017). Ha trabajado en Capgemini, Amazon y actualmente en Microsoft. Esteta y transfeminista.

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