La política exterior mexicana se ha visto lenta, y esto se advierte, entre otros datos, por el desdibujamiento del secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón De la Fuente, al parecer una figura excluida del grupo cercano de Claudia Sheinbaum
Por Jaime García Chávez
El gobierno de Claudia Sheinbaum presume que tiene un Plan México, a la vez retira la iniciativa de reforma a la Ley del ISSSTE, tilda de “carroñeros” a padres y madres buscadoras, comete la pifia del fiscal Gertz Manero, y se supone que con gran templanza, paciencia y tranquilidad medita qué hacer con la política del truhan Donald Trump. Algunos de estos puntos se pueden estimar estrictamente como de política interior. El último indiscutiblemente de política internacional, en un escenario complejo e inédito en algunos matices, no en el que tiene que ver con el comportamiento imperial de los círculos de poder en los Estados Unidos.
La política exterior mexicana se ha visto lenta, y esto se advierte, entre otros datos, por el desdibujamiento del secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón De la Fuente, al parecer una figura excluida del grupo cercano, no obstante que de inicio, en la etapa inmediatamente postelectoral del año pasado, se le veía cercano a la presidenta, quizás por su calidad de rector de la UNAM.
El tema tiene relevancia porque la política mundial ha cobrado un sesgo muy complejo en el que se escuchan los tambores de guerra de las grandes potencias, y México puede quedar atrapado en una situación diferente a las del pasado, lo que obligaría a innovar respuestas en defensa de nuestra calidad de nación soberana. Esto se desmiente cuando el Senado de la república autoriza, por unanimidad, el ingreso de155 elementos de las Fuerzas de Infantería de Marina del Comando Norte del Ejército de Estados Unidos para que entrenen a militares mexicanos.
Van aquí otros elementos: Trump ha dicho, de manera directa e indirecta, por voz de sus colaboradores, que combatirá como entes terroristas a los cárteles de la droga instalados en México. Y la tendencia a interpretar esas declaraciones nos hace cavilar que algunos están pensando que habrá nuevas incursiones punitivas, con infantería, caballería y toda la cosa. Es una visión torpe del fenómeno. Eso sí, pueden entrar fuerzas armadas de EUA, como se menciona arriba, con la complacencia del Senado.
La realidad es que la sofisticación tecnológica con que cuenta el vecino del norte le permite actuar extraterritorialmente sin tener presencia física alguna. Para qué hablar de los satélites de su socio Elon Musk, que los produce e instala. El mensaje es más obvio e inició por llamar al Golfo de México como “Golfo de América”.
Y ahora en esa zona navega el buque destructor de misiles guiados USS Gravely (antes ubicado en el Mar Rojo combatiendo a los rebeldes hutíes), que fácilmente, accionando desde aguas internacionales, puede interceptar naves que trafican drogas provenientes de otros países del mundo, o simplemente hacer disparos a ciertos objetivos en territorio mexicano, o amenazar que lo hará.
Se trata de una acción intimidatoria para nuestro país. Y no basta que el gobierno mexicano diga que recibió oportuno aviso de la maniobra. Ahí está el hecho, y para los nostálgicos esto significaría la política yanqui de las cañoneras.
Por otra parte, hay un mundo complejo y multipolar; ya se acabaron los tiempos de la disputa Washington-Moscú de la Guerra Fría. Ahora pesa –y pesa mucho– China. Pero no sólo, también está India, los países que se agrupan en diversas coaliciones, y desde luego Europa, que tan sólo por el hecho de haber sido el escenario de las únicas dos guerras mundiales, sigue jugando un papel estratégico. Han cambiado las circunstancias y nuestro país debe atender ese hecho con nuevos y eficaces posicionamientos.
Está a la vista que por más que Trump grite y quiera ser el único árbitro mundial, no la tiene fácil ni con Putin ni con Netanyahu, y mucho menos con Xi Jinping. Con ellos su voz suele ser más aterciopelada porque está en disputa el liderazgo mundial. En esos escenarios no podrá tronar el látigo como acostumbra hacerlo con los países a los que concibe como potenciales colonias. Por ejemplo, en el tema de Ucrania, una información recogida al momento por un periódico español, dice que Zelenski no confía en el cese al fuego pactado por Putin con Trump, debido a que Ucrania aún mantiene una alerta aérea por el accionar de Rusia, que mantiene los ataques en su contra.
En el fondo, la conexión Trump-Putin es una relación equilibrada por su poderío, pero en la que ambos personajes son distintos. De un lado, la amenazante verborragia de Trump, y del otro, el carácter reservado de un exmiembro de la KGB. Sin embargo tienen un común denominador: una enorme sed de expansionismo imperial.
En el caso de Israel, el gobierno sionista de Benjamin Netanyahu tampoco se está en presencia de una pieza internacional dependiente de Washington. Han regresado las agresiones a Palestina, y lejos está todo de arreglarse con la celeridad que el presidente norteamericano prometió. No se diga convertir Palestina en una zona turística de lujo.
Entre tanto, Beijing con paciencia milenaria, ve y espera.
Y en México, aparte de la recesión económica que se anuncia, parece que no sabemos hacer nada sustancial.
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.
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