PAN, PRI y PRD no puedan ponerse de acuerdo en la elección de abanderados conjuntos para competir por las gubernaturas que están por caducar. Se prendieron las alertas por la falta de consensos
Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
Mal y de malas van las cosas para la oposición pues cada vez son más recurrentes las noticias sobre pleitos que las que versan en torno a coincidencias. Lo anterior no es gratuito, responde a la estrategia federal de divide y vencerás.
El PRI sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: piruetas cargadas de falsos nacionalismos que, paradójicamente, lo acercan más a la sombra del árbol de MORENA que a la acera de enfrente, que es en donde debiera tener bien plantados los pies.
Ya no hay rastros del PRI agonizante que dejó el peñismo, tras años de lamerse las heridas y malvivir en las sombras, hoy la fiera acecha de nuevo. El olor a traición es cada vez más penetrante en el campamento de la Alianza Va por México y esa pestilencia pareciera emanar de la madriguera del instituto creado por Plutarco Elías Calles.
Alito Moreno opera para sí mismo, moviendo las fichas que le permitan abastecerse de suficiente oxígeno para enfrentar lo mejor posible aquello que traiga el 2024. Lo anterior no debe sorprender a nadie, ¿no es esa fórmula conocida en todos los institutos políticos? Lamentable que la realidad sea así.
La diferencia o, mejor dicho, la agravante con el PRI es la sumisión que cada vez se ventila más con respecto al Ejecutivo federal. Se filtró hace unos días el supuesto ofrecimiento que hiciera a través de terceros el líder priísta al presidente López Obrador para jugar a favor del régimen.
La atención de lo acontecido debiera estar sobre lo que el país pierde con un entreguismo de tales magnitudes, no en el degradante ofrecimiento mostrado como cabezal en las noticias. Los momios apuntan a que será el PRI la criatura que muerda la mano aliancista y derrumbe las esperanzas de construir una gran coalición.
La supervivencia en época de vacas flacas es una mala consejera para la construcción de proyectos compartidos. Primero yo, después yo y al último yo, es la máxima mostrada en los hechos y, en el escenario cercano, no hay nada que parezca modificar esa tendencia.
El gobierno federal solo necesitaba elegir a un alfil para orquestar el descalabro y parece que lo encontró en el ADN de un partido que con sus recientes modificaciones estatutarias le sonríe y guiña el ojo a la cuatroté.
Gran preocupación ha despertado el hecho de que PAN, PRI y PRD no puedan ponerse de acuerdo en la elección de abanderados conjuntos para competir por las gubernaturas que están por caducar. Se prendieron las alertas por la falta de consensos y la sonrisa que reluce en las mañaneras cada que el pacto opositor da un paso hacia atrás.