El líder de la Diócesis paseña cruzó la frontera para reunirse con mujeres solicitantes de asilo en Estados Unidos y que permanecen Ciudad Juárez. Sus circunstancias son aterradoras, pero sus historias son de esperanza, dice religioso quien les compartió un fondo de ayuda para refugiados
Texto y fotos: Rocío Gallegos / La Verdad
Embarazada, ‘Clara’ tuvo que emigrar. Salió de su país en Centroamérica con dos hijas y un hijo de la mano, a uno más lo llevaba en el vientre. Así llegó hasta Ciudad Juárez donde hace 18 días nació su tercera hija.
“Quiero seguir luchando por mis hijos, que sea la voluntad de Dios” dice antes de cerrar sus ojos e inclinar su cabeza, con su bebé en brazos y rodeada de sus otros vástagos, para recibir una oración especial que hizo por su familia el obispo en El Paso, Mark J. Seitz, quien la tarde de este jueves cruzó a Ciudad Juárez para encontrarse con ‘Clara’ y mujeres migrantes embarazadas.
El religioso también se reunió con organizaciones que apoyan a migrantes, como Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA) y coordinadores del hotel filtro, a quienes apoya con recursos del Fondo Fronterizo de Asistencia para Refugiados, promovido con la solidaridad de la iglesia de El Paso para ofrecer ayuda a mujeres embarazadas y sus hijos.
Seintz dijo que el Fondo se creo para apoyar a migrantes y refugiados que se encuentran atrapados en Ciudad Juárez, como resultado de políticas migratorias como la de Permanecer en México, como es el caso de mujeres que están por tener a sus hijos o que ya los tuvieron, como es el caso ‘Clara’ y sus hijos, de nueve, cinco, tres años y su bebé recién nacida.
La madre de familia, cuya identidad real fue cambiada por cuestiones de seguridad, huyó de El Salvador para buscar su asilo en Estados Unidos. Emigró para poner a salvo su vida y la de sus hijos tras amenazas de pandillas que “me tenían privada de la libertad”. La violaban a punta de pistola y así quedó embarazada en dos ocasiones.
Tras escucharla y convivir unos minutos con ella y sus hijos, el Obispo Seitz comento que la circunstancias de ‘Clara’ son realmente aterradoras, pero aseguró que su historia es de esperanza, un signo de fortaleza y resistencia.
“A pesar de todo lo que soportó y todo lo que ha soportado y todo lo que seguirá soportando si llega a los Estados Unidos”, dijo el monseñor, “vengo de un país donde el tejido moral se ha deshilachado”
Hace un mes que la mujer llegó a esta frontera y cruzó a Estados Unidos, de donde dice que la regresaron el mismo día. Buscó albergue y fue canalizada al hotel filtro, donde los migrantes recién llegados deben permanecen 14 días antes de ser canalizados a otra instancia donde podrán permanecer mientras llevan sus trámites de asilo en Estados Unidos.
“Es muy difícil ahora, las puertas están cerradas, pero siempre hay terreno para la esperanza”, afirmó el obispo, al tiempo de cuestionar la política estadounidense de Permanecer en México.
Seintz también sostuvo un encuentro con mujeres embarazadas que también son beneficiarias del fondo a través de la organización DHIA, que dirige Blanca Navarrete.
Ahí escuchó historias de mujeres de Cuba, Venezuela, Ecuador y Honduras, que están embarazadas y que pese a su condición enfrentan la falta de servicios médicos en instancias gubernamentales.
“Cuando nos ven embarazadas nadie nos da trabajo, es terrible” dijo una mujer de Cuba que lleva un año y dos meses en esta frontera en espera de su asilo en Estados Unidos. “Esto me ha dado la esperanza de volver a creer, de lucha por mi hijo”.
Otra migrantes, procedente de Venezuela, dijo que a ella no la quieren atender en ningún lado porque no es de aquí, no cuenta con dinero ni empleo.
Navarrete dijo que en total son 23 mujeres que son apoyadas con los fondos promovidos por el obispo paseño, con los que se les paga consultas médicas, análisis, ultrasonidos y de ser necesario, hasta se cubrirá el costo del parto, aunque dijo que en esto último esperan contar con la ayuda de programas de salud del gobierno.
Las migrantes embarazadas contaron las condiciones adversas en las que viven en la ciudad, donde la mayoría trabajaba, pero luego de su embarazo fueron separadas de su labor sin recibir ningún pago. Todas están en Ciudad Juárez bajo el programa Permanecer en México que impuso el gobierno de Donald Trump hace más de un año.
Tras escuchar esas historias, el obispo expresó que “en respeto a la verdad me exige decir que el derecho fundamental a obtener asilo aquí en la frontera realmente ha terminado”.
Dijo que en esta frontera los solicitantes de asilo pasan de estar atrapados en Ciudad Juárez a estar atrapados en centros de detención en Estados Unidos que se han convertido en laboratorio de COVID-19, como ocurre en El Paso, Texas, donde se ha registrado un brote al que las autoridades no le prestan atención.
Ha pasado poco más de un año desde la dramática expansión de la política de Permanecer en México. Si bien el gobierno de Estados Unidos ha negado que ponga en peligro a los mirantes, según la organización Human Rigths First, ha habido más de mil casos denunciados públicamente de violación, secuestro, asesinato y tortura debido a esta política, comentó.
Seintz también cuestionó los nuevos reglamentos de asilo publicados el pasado 15 de junio, por considerar que incorporan muchos abusos que violan las leyes estadounidenses e internacionales y enviciarán el proceso de asilo.
Antes de la invocación del Título 42, los jueces de inmigración juzgaban las solicitudes de asilo, ahora, son los agentes de la Patrulla Fronteriza y los oficiales de CBP quienes toman esa decisión y sin pensarlo dos veces, todos los días devuelven a la fuerza a los migrantes a Ciudad Juárez, añadió.
Durante su visita a la Ciudad, el obispo también sostuvo una reunión con su homologo juarense, monseñor José Guadalupe Torres Campos, a quien agradeció lo que hacen por la comunidad de migrantes.
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