Aunque cada persona vive el aislamiento de manera diferente, la mayoría pasará por episodios de miedo, angustia y preocupación; en entrevista Francisco Ramírez, del Colegio de Psicólogos de Ciudad Juárez ofrece algunos consejos para manejar en el plano emocional la contingencia por el coronavirus
Fernando Aguilar
La Verdad
El tema de la pandemia por el coronavirus COVID-19 está en todos lados saturando las redes sociales, los espacios periodísticos, la comunicación social de los gobiernos y una multiplicidad de canales donde se mueve entre datos verídicos e información falsa o engañosa, mientras miles de personas la consumen desde el aislamiento en el hogar.
Surge entonces la preocupación: hasta qué punto esta contingencia afectará nuestra salud mental, ya de por sí mermada por trastornos como la ansiedad, padecimiento del que el Centro de Atención Integral a la Salud Mental (CAISM) de Juárez ha diagnosticado en promedio 622 casos cada año desde 2014.
En este contexto, La Verdad entrevistó a Francisco Javier Ramírez, representante del Consejo Directivo del Colegio de Psicólogos de Ciudad Juárez, quien ofrece algunas recomendaciones para manejar en el plano emocional la contingencia causada por el nuevo coronavirus.
Estamos viviendo una crisis sanitaria inédita que nos obliga a confinarnos, muchas veces en contextos de incertidumbre, desinformación y sobreexposición al tema del coronavirus. ¿Qué reacciones emocionales podemos esperar tener ahora mismo?
Es importante entender que el confinamiento social no es el estado ideal de las personas. Evidentemente los seres humanos estamos diseñados para el contacto social. Somos entes sociales. Por tanto, una situación como la que estamos atravesando es un reto. Es un obtstáculo, una situación adversa para las personas. Es un elemento que puede impactar o que de hecho va a impactar en la salud mental de las personas.
¿Qué es lo más probable que encontremos? Si bien es cierto cada persona lo resuelve y lo vive de una manera diferente, es muy probable que la mayoría pasemos por episodios de miedo, ansiedad, preocupación, como los elementos más visibles de la situación, obviamente desde el punto de vista mental. Y la preocupación, claro, puede ser por mí mismo, por mi salud, por mi integridad, por mi estado de bienestar; por el mío y por el de mi familia, mis amigos, mi grupo cercano. Es una preocupación muy válida y lógica.
Algo que es muy importante es esta preocupación por el tiempo de no trabajo. Es decir, estamos confinados y en algunos casos que serán los menos, hay manera de seguir trabajando desde casa, pero no es el de la mayoría y entonces es donde vienen las preocupaciones de qué voy a proveer, cómo le voy a hacer. ¿Qué voy a hacer mañana para sustentar los requerimientos de mi familia? Estos son también elementos de preocupación.
También puede haber incertidumbre. Es decir: ¿cuánto va a durar esto? Si dijéramos, para tal fecha el asunto está resuelto, al menos tendríamos una idea de cuánto va a durar. Pero no lo sabemos. Eso también es un motivo de preocupación: la incertidumbre en cuanto al tiempo o periodo de esta situación.
Otro elemento que puede presentarse es la soledad. Al estar aislado, puedo sentirme solo, puedo sentirme excluido. Y la soledad es una de las situaciones más difíciles de sobrellevar en un confinamiento.
También puedo incluso estar molesto. Pueden presentarse episodios de rabia o de enojo ante el comportamiento de los demás. Si yo veo que los demás están comportándose de una manera que yo considero negligente, eso me va a molestar y me va a enojar.
Otro elemento que es importante que comentemos es el aburrimiento. Es uno de los factores que juegan en contra de la salud mental. La persona aburrida empieza a elaborar pensamientos que la mayoría de las veces no son los más adecuados para una buena salud mental.
También puede darse en un momento determinado el incremento en el consumo de alcohol o el consumo de drogas. Es uno de los factores de riesgo en este confinamiento. Puede haber síntomas depresivos, de tristeza o de desesperanza. Esto es fundamentalmente lo que puede pasar en trazos generales en esta situación que estamos ahora transitando.
En medio de este confinamiento, todos los días recibimos información de múltiples fuentes: redes sociales, noticiarios televisivos, los medios electrónicos e incluso la que nos llega de familiares y amistades. ¿Hasta dónde una sobreexposición al tema puede afectar nuestra salud mental o emocional?
Es muy importante informarse, pero informarse con responsabilidad, acudiendo a las fuentes adecuadas, y, sobre todo, acotando el tiempo de exposición. No puedo estar todo el día viendo la televisión con el mismo tema porque eso va a jugar en mi contra. Sí, es muy importante estar informados, pero hay que escoger los canales adecuados y un tiempo prudente para ello.
¿Qué pasa si estoy 10 horas pegado al televisor escuchando noticias de muertes, situaciones desagradables? Es evidente que eso va a generar en mí una preocupación mayor, un miedo mayor. Y van a surgir en mí pensamientos catastróficos que finalmente van a acelerar situaciones mucho más complicadas, como la depresión o la ansiedad. Cuando nosotros nos sobreexponemos con noticias desagradables, estamos de alguna manera en un caldo de cultivo propicio para el desarrollo de trastornos mentales.
¿Hasta qué punto el confinamiento puede originar conflictos en el hogar o, incluso, episodios de violencia?
Claro que es posible. El confianmiento es un caldo de cultivo para la violencia, porque de alguna manera incrementa notablemente la interacción en casa. Hay mucho más contacto, mucho más roces. Y si no se saben manejar o si nunca se ha hecho, o si se ha hecho muy poco, evidentemente este va a ser un factor, un elemento propicio para que se dé el conflicto y para que se den también las agresiones.
¿Qué podemos hacer para aligerar la tensión que representa permanecer en el hogar en condiciones de incertidumbre?
Primero hay que entender que los sentimientos por los que paso, la preocupación, el enojo, son sentimientos válidos ante una situación de esta naturaleza. Es decir, no tengo por qué preocuparme por mi preocupación. Ya bastante tengo con una preocupación que es lógica y entendible, como para preocuparme porque estoy preocupado.
Otra cuestión es significar. Es decir, que trate yo de entender y de percibir este aislamiento como una conducta prosocial, como una conducta que abona a la comunidad; que no es un castigo, que no es una consecuencia de mis actos, sino que yo estoy abonando para que la situación mejore. Si yo lo veo desde esta perspectiva, mi relación con el confinamiento va a ser mucho más llevadera.
También hay que contactarnos a través de la tecnología y preferir aquellas tecnologías que nos vinculen cara a cara como Skype, Facetime, que nos permiten una interacción cara a cara. Evitar redes sociales que son más individuales. Es preferible tecnología que nos conecte cara a cara con las demás personas.
Además, es muy importante crear una rutina. No porque estemos en casa vamos a hacer lo primero que se nos venga en gana. Levantarse a una hora determinada, comer a una determinada hora, tomar una ducha a una misma hora, programar tiempos para hacer algunas actividades, incluso programar actividades recreativas.
Tomar el sol también es muy importante. No dejemos de tomar el sol, salir un rato al patio de la casa, a la ventana. Practiquemos juegos de mesa y aprovechemos los juegos de interacción para comunicarnos con los hijos, con la familia en lo general.
Es muy importante entender que los niños son muy sensibles. Hay que cuidarlos de este tipo de situación. Mi recomendación es hablarles de frente, con claridad, para que ellos entiendan qué es lo que está pasando.
Algo que también quisiera comentar es el descanso. Este también es un momento para descansar, para desconectarnos. Si las circunstancias nos están poniendo en esa situación, aprovechémosla.
Para aquellos que son creyentes, la oración también es importante si les puede servir. Para quienes no lo son, hagamos algunas mesas de reflexión familiar. Podemos poner un tema, cualquiera, y que cada quién vaya dando su punto de vista. De esta manera vamos intercambiando opiniones. Eso, aparte de enriquecer nuestra opinión, nos permite una mejor interacción familiar.
Debemos entender que es una situación inédita que requiere de soluciones también inéditas, y que de alguna manera tenemos que aprender a convivir y a adaptarnos. Tenemos que aprender de este tipo de situaciones.
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