En el primer día del juicio oral contra Aristeo Baca, la adolescente narró ante el tribunal cómo fue abusada desde que tenía 8 años por el sacerdote; ‘quiero que esté muerto ya’, dijo
Blanca Elizabeth Carmona/La Verdad
Ciudad Juárez – La víctima que acusó al sacerdote Aristeo Trinidad Baca de violación y abuso sexual narró a un Tribunal de Enjuiciamiento que durante tres años, cada domingo y antes de las misas matutinas, fue violentada. Ella fue la primera en testificar en el juicio oral en contra del clérigo, que inició este lunes.
En una sala donde solo se encontraban los tres jueces que integran el Tribunal de Enjuiciamiento y a unos metros de la sala en la que se hallaba el religioso, la víctima –actualmente de 13 años– contó que a los 7 años comenzó a servir en la iglesia y un año después se convirtió en monaguilla.
Cada domingo llegaba unos 40 minutos antes del inicio de la misa acompañada de su padre, quien se enfocaba en acomodar el altar, preparar las túnicas, revisar la distribución de las sillas del templo, preparar el vino y el agua y dar las campanadas. Mientras, ella se quedaba en la casa parroquial a solas con el presbítero.
“Estoy en este juicio porque a mí me pasaron cosas que no debían y porque tengo que declarar lo que me pasó, porque lo que me pasó no es justo para nadie…me violaron mi derecho como niña, que no debían de tocarme ni hacer lo que me hicieron”, expresó en respuesta a las preguntas de la agente del Ministerio Público para narrar lo que vivió desde que tenía 8 años.
La adolescente dijo que la primera vez que fue agredida por Aristeo ocurrió en el 2015, en la casa parroquial ubicada en la colonia Santa María, y la última agresión la sufrió el 28 de enero del 2018. Su testimonio, al igual que el resto de la información, fue escuchada en la sala donde se hallaba el sacerdote y su equipo de abogados, las fiscales, integrantes de organizaciones civiles así como en un recinto preparado para que reporteros de diferentes medios de comunicación escucharan la diligencia –a la que solo se tuvo acceso por audio–, para garantizar el principio de publicidad que rige al actual sistema de justicia penal.
La ahora adolescente expuso que en una ocasión, en el 2015, Aristeo fue por ella a su casa para llevarla a comer un helado junto con los niños de la casa hogar que él dirigía y después la trasladó a la casa parroquial, donde inicialmente le pidió que jugaran escondidas, pero luego la sometió sexualmente.
También, explicó una agresión sexual presuntamente sucedida en 2016, como en el mes de septiembre, cuando veían una película tapados con cobijas y a metros de sus padres, quienes no se percataron de lo que sucedió.
En una parte del interrogatorio, la fiscal le preguntó a la víctima por qué no se oponía a los ataques sexuales. Ella respondió que los primeros años no comprendía qué estaba pasando, solo se sentía muy incómoda cuando el sacerdote la tocaba y se entristecía. Después, cuando cursaba el quinto grado de primaria, le explicaron que nadie tenía derecho a tocar su cuerpo y ahí comprendió lo que estaba sucediendo.
“No sabía que era malo”, expresó.
En otra parte de su relato, la víctima recordó que ella empezó a negarse a servir como monaguilla y tampoco quería ir a la misa, por eso fingía que se quedaba dormida. Pero sus padres la regañaban y le decían que no debía dejar solo al cura.
Al interrogarla, la asesora jurídica le preguntó a la víctima qué espera de este juicio y la ofendida respondió: “pues no solo que lo echen a la cárcel, eso no es suficiente para mí, solo quiero que esté muerto ya”.
La asesora también cuestionó a la declarante si antes de que fuera violentada sexualmente quería al sacerdote y ella respondió que sí y añadió que lo empezó a odiar después.
En su turno y al presentar los alegatos de apertura, Jorge Alberto Soto Adame, el abogado de Aristeo –quien no se presentó a la audiencia inicial programada el pasado 19 de enero argumentando que tenía síntomas de COVID-19–, dijo al Tribunal que un hombre de verdad no teme al infortunio, a lo que teme es al derrumbe de su dignidad, y afirmó que la indagación fue manipulada, que las pruebas son ilícitas e imperfectas, por tanto no dignas de crédito.
El litigante también señaló que a petición del sacerdote no se solicitó la exclusión de las pruebas porque van a probar que es inocente y no desean que se piense que se limitó a los denunciantes y a sus representantes en el ofrecimiento de las pruebas.
“Además de quedar evidenciada su inocencia, se deberá restablecer su dignidad. La cual ha sido avasallada por nuestra contraparte, pues desde que inició este procedimiento, y mucho más aún en últimas fechas, lo han hecho a través de la prensa”, acusó.
Soto agregó que la autoridad investigadora y la asesoría jurídica se han “encargado de enervar todo el proceso desde su origen liberando información a los medios de comunicación” y junto con organizaciones feministas han iniciado una campaña sistemática para crear la percepción pública de que Aristeo es responsable de los delitos que se le acusan sin que hubiera iniciado el juicio oral, con lo que se vulneró la presunción de inocencia que por ley le asiste.
En una parte del interrogatorio a la víctima, Soto le dijo: “a la asesora jurídica Diana le comentaste que tu odias a Aristeo, ¿cierto?”. La menor respondió: “sí”. Entonces, el abogado prosiguió cuestionado: “¿si quieres que le pase algo malo?” y la víctima contestó afirmativamente. Soto Adame reafirmó: “¿quieres que se muera?”. La niña manifestó: “claro”. Luego él remató: “mentirías para hacerle daño, ¿cierto?”. Y la víctima dijo: “pues yo no, pero quiero que esté muerto ya”.
Ese mismo punto fue retomado más tarde por la fiscal cuando le preguntó a la víctima si ese sentimiento lo tenía antes de ser agredida sexualmente, ella contestó que no. Explicó que comenzó cuando cursaba el quinto grado, al comprender lo que estaba ocurriendo cuando tocaban su cuerpo.
La declaración de la niña se prolongó por dos horas entre el cuestionamiento directo del Ministerio Público, de la asesora jurídica, el contrainterrogatorio de la defensa de Aristeo y luego de las otras partes.
Aun así, el abogado defensor pretendió que se quedara abierta la posibilidad de volver a llamar a la víctima al estrado, pero el Tribunal negó esa posibilidad al referir que sería revictimizarla.
La mamá de la víctima también rindió declaración ante los jueces, explicó que ella y su esposo eran miembros de la iglesia desde el 2003 y dos años más tarde comenzaron a servir en la liturgia y eran tesoreros en la iglesia Santa María de la Montaña.
Además, narró que el 2 de diciembre del 2018 se enteró de las atrocidades que sufrió su hija. Contó que al terminar una eucaristía vio que su hija no respondía a un saludo del párroco y le preguntó si él le había hecho algo, ella le respondió que sí y le contó todo. La mujer dijo que en ese momento sintió que su cuerpo se desbarataba.
“Corrimos frente al Santísimo y le dije que ella no es culpable”, expuso al Tribunal.
La testigo se refirió a que después de presentar la denuncia evitó volver a hablar con Aristeo Baca porque le tenía miedo debido a su carácter de imposición y se vieron obligados a dejar su casa y sus trabajos porque él iba a buscarlos.
“Fue un cambio total. Nos tuvimos que salir de nuestra casa porque le teníamos miedo a Aristeo, porque él nos iba a buscar constantemente a la casa cuando dejamos de ir (a la iglesia), porque nosotros nunca dejábamos de ir… Después del 24 de diciembre, que él fue a buscarnos a la casa y no abrimos la puerta, estábamos mi hija y yo, lo que hicimos fue que lloramos y nos abrazamos y nos fuimos a la puerta porque yo le tenía mucho miedo. Tuvimos que salirnos de la casa porque Aristeo iba a mandar a alguien para que nos amenace”, dijo la mujer.
Al inicio de su declaración la mamá de la víctima se expresó de forma despectiva del sacerdote y el abogado defensor pidió al Tribunal que exhortara a la declarante a no insultar a su representado. En ese sentido fue la petición del juez presidente, Carlos Jaime Rodríguez García, y ella pidió una disculpa.
Durante el arranque del juicio, Aristeo Trinidad Baca Baca le señaló a los jueces que por el momento no deseaba rendir declaración, pero sí quería permanecer en la sala de audiencias. El hombre es acusado de los delitos de violación y abuso sexual, ambos con penalidad agravada.
El juicio oral seguido al sacerdote entró en un receso a las 15:00 horas de este lunes 25 de enero y va a continuar este martes con otras pruebas ofrecidas por parte del Ministerio Público.
‘Juicio justo para la víctima y sin privilegios para acusado’
Al arranque de la audiencia inicial del juicio contra el sacerdote, integrantes del Movimiento de Mujeres se apostaron en el exterior de Ciudad Judicial para exigir un juicio justo para la víctima y sin privilegios para el imputado.
Hemos estado desde el principio en este caso y vamos a estar durante todo el juicio, dijo Elia Orrantia, de la organización civil Sin Violencia, coadyuvante del Ministerio Público en el proceso penal iniciado en contra del párroco.
Las mujeres comenzaron sus actos de manifestación desde la noche del 18 de enero, unas horas antes del inicio del juicio que estaba programado para el día siguiente, pero se aplazó para este 25 de enero debido a que el abogado que lleva la voz de su defensa no se presentó a la diligencia argumentando que podría estar enfermo de COVID-19.
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