Opinión

Agenda feminista mínima I




junio 2, 2022

¿Cuáles podrían ser algunas propuestas de acciones feministas para enfrentar las problemáticas de ser mujer en México? Iniciemos por la apremiante necesidad de oposición feminista a la guerra y la violencia armada

Por Celia Guerrero
Twitter: @celiawarrior

Quise titular esta Igualada “Una agenda feminista urgente para atender problemáticas reales e impostergables que afectan a las mujeres y niñas en México y la región, a la que deberíamos prestar toda nuestra atención y apostar sin más rodeos la bolsa completa de canicas”, pero recordé que soy reportera, no tesista, y este espacio existe para depositar mi somera opinión en menos de 5 mil caracteres cada 15 días. Así que, una agenda feminista mínima desde la visión de esta humilde Igualada, en unas cuantas entregas, será. Hay caprichos a los que una tiene que renunciar.

Mencionar que la idea de escribir sobre eso de las agendas —que tienden a relacionarse con el feminismo institucional, pero podría extenderse como concepto a todo lo que caiga en un campo de acción organizada— surgió al leer a Ananda Castaño (Sally Sally) y su planteamiento de una “verdadera agenda feminista radical”. También se nutre de otras reflexiones que he sostenido recientemente con amigas —algunas reporteras feministas— alrededor de las roturas y discordias entre feministas mexicanas y de varias otras latitudes latinoamericanas, hoy día y de antaño, y lo que queda en medio: la sobrevivencia de las mujeres y niñas en una realidad de lo más hostil.

Entonces, la idea es reflexionar sobre la realidad presente de las mujeres en México y sus problemáticas mayúsculas desde el visor de una reportera, pero con las direcciones de otras muchas, y preguntarnos —aunque no encontremos respuesta inmediata— cuáles podrían ser algunas propuestas de acciones feministas para enfrentarlas. Y cómo no iniciar por la apremiante necesidad de la oposición feminista a la guerra y la violencia armada

Se ha dicho, hay diferencias en las violencias de grupos del crimen organizado y la militarización y sus consecuencias en la vida de niñas y mujeres. En México lo han documentado organizaciones sociales, investigadoras, periodistas, académicas, con datos en la mano: las consecuencias de la guerra no la viven igual hombres y mujeres. Hay que considerar las violencias continuadas en las casas y en el espacio público, el uso de armas de fuego en homicidios y feminicidios, también las causas de las desapariciones de niñas y adolescentes, incluso los motivos y las consecuencias del desplazamiento forzado interno; por mencionar las violencias más graves.

El 30 de enero de 2022, Karla Quintana, la comisionada nacional de búsqueda de personas, publicó un hilo en tuiter para recordar el hallazgo de cuerpos de 8 mujeres en un campo algodonero de Ciudad Juárez, 20 años atrás. Quintana mencionó los hechos más relevantes: estuvieron desaparecidas, sus madres las buscaron, por las irregularidades en los procesos y violaciones de derechos humanos a tres de ellas, en 2009 la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado Mexicano. 

De aquella sentencia histórica la comisionada destacó algunas medidas de reparación: creación de una base de datos genética, un registro de mujeres desaparecidas, protocolos de búsqueda, un memorial. Lo paradójico deviene en la información actualizada que compartió en seguida: 24 mil niñas y mujeres reportadas oficialmente como desaparecidas, mayoritariamente entre los 15 y 19 años, confirmando que la sentencia “Campo algodonero” es aún más histórica a la luz del presente porque la desaparición de mujeres y niñas no solo no ha disminuido, sino que se ha agravado.

Quintana lo reconoce: la revictimización y los estereotipos permanecen pese a algunos esfuerzos, las acciones de búsqueda son débiles. En abril, la desaparición y posterior hallazgo del cuerpo de la joven de 18 años, Debanhi Escobar, en Monterrey, Nuevo León, la desastrosa actuación de las autoridades, así como la terrible exposición mediática que lo acompañó, reconfortarían su dicho.

En un informe reciente de UNICEF se documentan casos en los que la violencia familiar se cruza con la violencia del crimen organizado como causales del desplazamiento forzado de familias, en donde las víctimas de la violencia directa son madres, hijas e hijos. Salir huyendo de estas situaciones es el último recurso al que han recurrido para salvar sus vidas, pero al convertirse en población desplazada otras violencias y la revictimización continúan.

Tema para tratar aparte son las principales causas de la desaparición de mujeres y niñas en zonas urbanas: el feminicidio y la trata o secuestro con fines de explotación sexual.

¿Cómo inyectamos el feminismo a las acciones para atender la crisis humanitaria derivada de la violencia armada y la militarización? ¿Cómo organizar boicots efectivos contra las instituciones y grupos que violentan sistemáticamente a mujeres y niñas? ¿Cómo nos organizamos en lo comunitario para enfrentarles cuando, identificado está, las violencias vienen principalmente de un Estado feminicida que perpetúa la guerra y el conflicto?

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