Opinión

La digna memoria




octubre 6, 2022

El doble discurso que significa organizar concursos o cualquier otra actividad para satisfacer la burocracia que obliga a los gobiernos a resarcir el daño provocado a las familias por sus fallas, sin modificar sustancialmente la realidad violenta en la que se ve comprometida la vida de las mujeres y niñas, no pasará desapercibido ni será tolerado

Por Celia Guerrero
Twitter: @celiawarrior

Pasó casi desapercibida, pero en julio la Secretaría de las Mujeres del Estado de México lanzó al público una oda a la insensibilidad, un sinsentido y grave ridículo institucional: la convocatoria para participar en el memorial en honor a las víctimas de feminicidio o desaparición y sus familias. 

No se lo imaginen porque sí sucedió: una institución que se debe a la promoción de los derechos de las mujeres, entre ellos el de una vida libre de violencias, tuvo la grandiosa idea de invitar a familiares de las víctimas, asociaciones civiles y colectivas a postular a concurso sus casos de feminicidio o desaparición. 

Planearon dos categorías y tres posibilidades de “ganadoras o ganadores” por cada una. Los requisitos para participar en la competencia incluían elaborar una “carta de exposición de motivos” en la que argumentaran por qué su caso debía ser considerado sobre de otros. La convocatoria especificaba con astucia masculina que en la selección de las propuestas sería considerada la sensibilidad y la empatía con las víctimas.

Según lo publicado en el sitio web de la secretaría, la actividad se perfiló como parte de las acciones para atender la Alerta de Violencia de Género, aunque no especificaron cuál de las dos de esa entidad; si la declarada en julio de 2015 a raíz de la crisis de violencia feminicida, o la segunda, de octubre de 2019, por la desaparición de niñas, adolescentes y mujeres.

Como sea, su intento de monopolización de la tragedia no fue bien recibido. Para agosto la [alguien tiene que escribirlo] cagada monumental ya era un escándalo entre las colectivas, activistas y familiares de víctimas del Edomex: ¿Cómo era posible ese nivel de instrumentalización del dolor? ¿En qué mente perversa la exigencia de justicia se frivolizó al grado de creer que podía someterse a concurso?

Dignas, como suelen ser, el 28 de agosto las familiares se manifestaron en una plaza de Toluca en donde se encuentran tres memoriales —colocados por ellas— a víctimas de feminicidios: Eugenia Machuca, Fátima Quintana y Fernanda Sánchez. Utilizaron la consigna “La memoria no es un concurso” para reclamar la insensibilidad de los funcionarios públicos y señalaron el intento de institucionalización de su protesta.

Enviaron un mensaje a las autoridades, y no solo a las encargadas del concurso que —por imbecilidad, en el mejor de los casos— ignoran: las expresiones que reivindican la memoria de las víctimas de violencia como murales o antimonumentas son “símbolo de protesta ante su ineptitud y displicencia”.

El doble discurso que significa organizar concursos o cualquier otra actividad para satisfacer la burocracia que obliga a los gobiernos a resarcir el daño provocado a las familias por sus fallas, sin modificar sustancialmente la realidad violenta en la que se ve comprometida la vida de las mujeres y niñas, no pasará desapercibido ni será tolerado. Un día después de la protesta, la secretaría anunció que el concurso quedaba anulado.

“La digna memoria NO es una concesión del estado, es un derecho ganado”, dijeron las familiares que se manifestaron en el Edomex por el ominoso concurso. Y resulta necesario volver a esta reivindicación a la luz de “la inminente destrucción” de uno de los sitios que recientemente se han recuperado para la memoria de las resistencias de las mujeres en México: la Glorieta de las Mujeres que Luchan.

Recién, en la Igualada anterior, rememoraba las enseñanzas y mensajes de las mujeres organizadas que desde hace un año tomaron y han sostenido ese pequeño territorio que representa toda la dignidad y el desacato de las mujeres que luchan en este país. Ahora, ellas mismas nos hacen una invitación a acompañarlas el próximo 8 de octubre a seguirlo defendiendo porque el gobierno de Claudia Sheinbaum —quién diría que terminaría asemejándose tanto a los priistas— pretende destruirla e imponer una representación de una “mujer gobernante”. Otro doble discurso, otra postura insensible, utilitaria y prepotente que quedará exhibida en su actuar.

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