Las grasas trans fueron desarrolladas como una alternativa “más saludable” a las grasas saturadas, pero hoy sabemos que son más dañinas. Desde octubre de 2021 el Senado aprobó de manera unánime su prohibición, pero la Cámara de diputados aún no discute la iniciativa
Por Kennia Velázquez / Pop Lab
Las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte en México y en el mundo; según la Organización Mundial de la Salud, unas de las responsables de la muerte prematura de 500 mil personas al año son las grasas trans.
Las grasas trans fueron desarrolladas como una alternativa “más saludable” a las grasas saturadas, pero hoy sabemos que son más dañinas y que aumentan el riesgo de sobrepeso, enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes mellitus. Provocan además el incremento en la sangre del colesterol LDL o “colesterol malo” y disminución del colesterol HDL o “colesterol bueno”.
Por ello, en 2018 la OMS pidió por primera vez la eliminación en el mundo de las grasas trans producidas industrialmente y planteó una serie de objetivos a cumplirse en 2023.
En su informe anual sobre el avance de la eliminación de estas grasas en la producción de comestibles, la OMS reconoció que muchos países están adoptando las recomendaciones que han emitido y señala que se espera que México apruebe dichas medidas.
La tasa de defunciones por enfermedades del corazón en nuestro país ha ido creciendo año con año: en 2013 era de 9.82 y en 2019 fue de 12.33. Con la pandemia de COVID-19 esta situación empeoró: durante el primer año subió la tasa a 17.30 y en 2021 era de 17.66. De hecho, cerca del 12 por ciento de las personas que murieron por el SARS*-CoV-*2 tuvieron como comorbilidad la hipertensión. “Las acciones para prevenir y controlar las enfermedades cardiovasculares pueden, por lo tanto, también prevenir los malos resultados de COVID-19 y construir resiliencia ante futuras epidemias o pandemias”, señala la OMS.
Pese a la urgencia de tomar medidas, la Cámara de diputados aún no aprueba el dictamen que fue votado a favor de manera unánime por los senadores desde octubre de 2021 y aprobado por mayoría en la Comisión de Salud de la cámara baja en abril de 2022. La iniciativa establece que los aceites y grasas comestibles, así como los alimentos y bebidas no alcohólicas, no podrán contener para la venta al público grasas trans, que hayan sido añadidos durante su proceso de elaboración industrial.
Para el Director General de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus “las grasas trans no tienen ningún beneficio conocido y presentan enormes riesgos para la salud que generan enormes costos para los sistemas de salud. Por el contrario, eliminar las grasas trans es rentable y tiene enormes beneficios para la salud. En pocas palabras, las grasas trans son una sustancia química tóxica que mata y no debería tener cabida en los alimentos. Es hora de deshacerse de ellas de una vez por todas”.
Las grasas trans o también llamadas ácidos grasos trans producidos industrialmente se encuentran en miles de alimentos envasados: pasteles, galletas, panecillos, palomitas de maíz para microondas, frituras, papas fritas, pizza congelada, productos para untar, crema para café sin lácteos, margarinas y muchos más.
Según explica Jorge Luis Vargas, Investigador de la campaña de salud alimentaria de la organización El Poder del Consumidor, “es importante reducirlas porque nada más el consumo de un 1 por ciento de estas grasas puede provocar un aumento en el riesgo de algunas de las causas de enfermedades cardiovasculares como la cardiopatía coronaria o el infarto al miocardio”.
México avanza, pero aún debe
La OMS espera que sea promulgada la iniciativa que prohíbe el uso de este tipo de grasas. Por lo pronto, celebra las medidas que el país ha tomado para mejorar la salud y la calidad de los alimentos con la implementación del etiquetado frontal.
El organismo recuerda que en 2011 la organización empresarial Consejo Mexicano de Consumo (ConMéxico), implementó las Guías Diarias de Alimentación (GDA), etiquetado, que se implementó oficialmente en 2014. Pero resultó “difícil de entender, requería de habilidad matemática, y no desalentó el consumo de productos ultraprocesados”.
En el informe se señala que “las etiquetas de advertencia octogonales funcionan mejor para ayudar a los consumidores para identificar correctamente los productos que contienen en exceso azúcares, sodio, grasas saturadas y grasas trans y así reducir la compra de tales productos para aumentar la posibilidad de mejorar las dietas de la población y salud pública”.
Vargas señala que en el monitoreo que ha hecho El Poder del Consumidor sobre los impactos del etiquetado “hemos visto que han cambiado sus fórmulas y pues sí se ha disminuido el contenido de ciertos nutrientes críticos”.
El etiquetado obliga que alimentos y bebidas no alcohólicas indiquen con un sello de “Exceso de grasas trans” si el contenido de ácidos grasos trans es de 1 por ciento o más de las calorías totales, “siguiendo el modelo de perfil de nutrientes de la OPS/OMS para la Región de las Américas”.
Así mismo, destaca que ya se esté redactando una propuesta normativa por parte de COFEPRIS que busca “garantizar que los alimentos y las bebidas no alcohólicas no superen las dos partes de ácidos grasos trans por cada cien partes del total de ácidos grasos y prohibir los aceites parcialmente hidrogenados en el suministro de alimentos”.
La OMS propone que los países implementen políticas para frenar el consumo de estos ingredientes críticos: un límite nacional obligatorio de 2 gramos de grasas trans producidas industrialmente por 100 gramos de grasa total en todos los alimentos; la prohibición nacional obligatoria de la producción o el uso de aceites parcialmente hidrogenados como ingrediente en todos los alimentos; seguimiento y vigilancia, reemplazos saludables de aceite y legislación.
El organismo de las Naciones Unidas también alienta a los fabricantes de alimentos a eliminar las grasas trans producidas industrialmente de sus productos, alineándose con el compromiso asumido por la Alianza Internacional de Alimentos y Bebidas (IFBA). Se pide a los principales proveedores de aceites y grasas que eliminen las grasas trans producidas industrialmente de los productos vendidos a los fabricantes de alimentos en todo el mundo.
Sin embargo, como explica Vargas, no México no debe esperar a que las empresas tomen la iniciativa, “pues la evidencia ha demostrado que la autorregulación no es efectiva. Sí sería muy importante que lo que se vaya a aprobar tenga carácter de obligatoriedad para que se eliminen las grasas”.
Finalmente, el investigador pide a los diputados que consideren que “en México tenemos altas prevalencias de hipertensión, de hecho dos de cada cuatro adultos están en esta condición y las enfermedades cardiovasculares son las principales causas de muerte y la aprobación de esta ley puede contribuir a mejorar en gran medida a la salud de la población mexicana y esa es una posibilidad que tienen en las manos de quienes van a votar”.
La OMS es muy enfática y dice en su informe: “las políticas para eliminar los ácidos grasos trans de producción industrial son relativamente simples de implementar y pueden salvar vidas y economías”. Así que la decisión está en manos de la legislatura LXV.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pop Lab que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar su publicación.