VOTO 2020

La elección presidencial en Estados Unidos, lo que debes saber




septiembre 29, 2020
Imagen de Pete Linforth en Pixabay

¿Cómo se cuentan los votos, por qué algunos estados son clave para los candidatos, cómo será el voto en plena pandemia?, son algunas de las preguntas que respondemos en la siguiente guía sobre las elecciones estadounidenses.

Con esta entrega, en La Verdad iniciamos una cobertura especial para brindar a nuestra audiencia información sobre el desarrollo de los comicios, unos de los más polémicos y disputados en los últimos tiempos

Itzel Ramírez / La Verdad

El próximo 3 de noviembre, Estados Unidos de América tendrá su 59ª elección presidencial, en la que Donald Trump busca su reelección, de la mano del Partido Republicano, frente a Joe Biden, el abanderado del Partido Demócrata.

Hoy en la Universidad Case Western Reserve en Cleveland tendrá lugar el primero de tres debates presidenciales y uno de los candidatos a vicepresidentes, rumbo a la jornada de noviembre. Agendas opuestas, el impacto de la pandemia por coronavirus, además de acontecimientos ocurridos en las últimas semanas (como las protestas por casos de racismo, la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg y las revelaciones periodísticas sobre las declaraciones fiscales del presidente Trump), podrían ser algunos de los temas tratados en el primer encuentro televisivo entre Trump y Biden, que se volverán a enfrentar en los debates del 15 y del 22 de octubre próximos.

Con esta entrega, en La Verdad iniciamos una cobertura especial para brindar a nuestra audiencia información sobre el desarrollo de los comicios, unos de los más polémicos y disputados en los últimos tiempos. Gracias al tour virtual organizado por los Centros de Prensa Extranjera del Departamento de Estado y en cooperación con el Centro Internacional Meridian, ofreceremos entrevistas y materiales audiovisuales exclusivos sobre los principales enfoques a analizar rumbo a la elección.

Mark J. Rozell, decano de la Escuela de Política y Gobierno Schar de la Universidad George Mason en Arlington, Virginia, y Jeffrey M. Stonecash, profesor emérito de Ciencia Política de la Escuela Maxwell de Ciudadanía y Asuntos Públicos de la Universidad de Syracuse, en Nueva York, ofrecieron sus análisis y puntos de vista sobre las principales características del sistema electoral y de partidos políticos en Estados Unidos.

¿Cómo se cuentan los votos, por qué algunos estados son clave para los candidatos, cómo será el voto en plena pandemia?, son algunas de las preguntas que respondemos a continuación en la siguiente guía sobre las elecciones estadounidenses.

1.ELECCIONES EN UN SISTEMA FEDERALISTA

La primera clave para entender cómo funcionan las elecciones en Estados Unidos es que fueron diseñadas en un sistema federalista, en el que cada estado tiene grandes márgenes de acción para poder actuar de acuerdo con sus propias reglas.

“La idea era dividir y fracturar el poder en muchas direcciones diferentes para asegurar que ningún grupo tuviera todo el poder en los Estados Unidos. Había una desconfianza profunda a la autoridad de un gobierno central, hay que recordar que habíamos estado bajo la monarquía británica y que peleamos una guerra y que quienes fundaron nuestra República se oponían fuertemente a una autoridad centralizada, de ahí que dieran mucho poder e independencia a las unidades subnacionales”, explica Mark J. Rozell.

De esa manera, aunque se trata de una elección realizada a nivel nacional, cada estado es el encargado de normar cómo se realizan cada proceso, desde la elección y participación en las primarias para la designación de candidatos, hasta la forma en que se realiza el voto por correo.

“Tenemos elecciones en estados y localidades, y entonces son agregadas nacionalmente. A pesar de toda la prensa acerca nuestra elección nacional, realmente son determinadas en estados y localidades”, añade Jeffrey M. Stonecash.

Justamente este tipo de organización política y electoral es la que permite que los estados tengan un papel fundamental para el conteo de votos y el resultado final de la elección.

2. COLEGIO ELECTORAL Y ELECCIONES POR ESTADO

A diferencia de otros sistemas electorales, como el mexicano, en Estados Unidos no hay un sistema de voto popular directo para los comicios presidenciales.

Fieles a su sistema federalista, los ciudadanos estadounidenses tienen una elección diseñada para dar un peso específico a cada estado de acuerdo con el tamaño de su población.

“Nosotros elegimos presidentes estado por estado, no tenemos… un voto popular nacional para la presidencia. Lo que tenemos es un sistema donde el ganador de cada estado se queda con el número total de electores asignados a nuestro Colegio Electoral”, abunda Rozell.

Es decir, cada uno de los 50 estados que forman la Unión Americana cuenta con un número de electores que formará el Colegio Electoral, la instancia que finalmente emite su voto sobre quién será el presidente; los electores, a su vez, son elegidos por los votantes en cada estado. El sistema indica que quien gana la mayoría del voto popular por estado, se lleva a todos los electores de ese territorio.

La composición poblacional y la participación electoral de cada estado hacen posible que algún candidato tenga mayor voto popular a nivel nacional y aún así pierda las elecciones, como pasó con Al Gore y Hillary Clinton (quienes obtuvieron más votos que George W. Bush y Donald Trump, respectivamente) sin alcanzar los electores suficientes por estado.

“Hillary Clinton ganó por amplias mayorías de voto popular en algunos estados de gran población como California, pero se puede ganar un solo estado por un voto para ganar el cien por ciento de sus electores, el margen no importa. Donald Trump muchos más estados por márgenes mayores, por eso tuvo la mayoría en el Colegio Electoral”, apunta Rozell.

Las estrategias de los equipos de campaña de cada candidato están diseñadas para atraer votos en cada estado, dependiendo de la votación histórica y la posición ideológica de cada uno, comentan los especialistas.

Las dos únicas excepciones son Maine y Nebraska, donde cada uno de los electores es asignado al candidato presidencial que ganó la elección popular directa en un determinado distrito; al final, el aspirante con más distritos ganados obtiene dos electores extras.

Los electores son escogidos por los propios partidos políticos, por lo que apoyan con su voto al candidato ganador.

3. 270, EL NÚMERO MÁGICO

El Colegio Electoral se compone el total de 538 electores, por lo que basta ganar la mitad más uno para ganar la carrera por la presidencia de Estados Unidos.

California es el estado con mayor número de electores, con 55 en total, seguido de Texas con 38. Nueva York y Florida, ocupan ambos el tercer lugar con 29 electores cada uno.

Alaska, Montana, Delaware, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Vermont y Wyoming son los estados con menos electores, al llegar a tres cada uno.

Además de los 50 estados, la Constitución estadounidense otorga tres electores a Washington DC, el distrito capital de la Unión Americana y sede de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Rozell advierte que, aunque poco probable, existe la posibilidad de que un tercer candidato gane algún estado y que ello impida que los punteros obtengan los 270 votos. En este caso, señala el académico, la Cámara de Representantes elige al presidente.

4. ESTADOS CLAVE

La arquitectura del sistema electoral estadounidense hace que para los candidatos sea vital encontrar la manera de distribuir estratégicamente las preferencias electorales por territorios.

En este escenario, la tendencia histórica de votación y las encuestas juegan un papel fundamental, pues ayudan a decidir qué estados son altamente competidos y donde, por ende, será necesario hacer más campaña.

A pesar de ser el estado con más votos, California no se considera “disputable” para la elección presidencial debido al dominio del Partido Demócrata en ese territorio; lo mismo que sucede con Texas y su tradición republicana.

De acuerdo con el sitio de análisis FiveThirtyEight Biden tiene una probabilidad del 99 por ciento de ganar California, frente el uno por ciento de Trump; mientras que las posibilidades de que Trump se lleve Texas son de 70 frente a 30 de Biden.

“Muchos estados tienen poblaciones tan altamente concentradas en el Partido Demócrata o el Republicano que no hay competencia, sabemos cuál será el resultado. Así que los candidatos no gastarán tiempo en hacer campaña ahí porque ya está decidido. Pero entonces tenemos lo que se llama estados ‘bisagra’ (swing en inglés), donde realmente hay competencia y que son los que marcarán la diferencia y donde los candidatos gastarán la mayor parte de su tiempo”, explica Rozell.

Arizona, Colorado, Florida, Georgia, Iowa, Maine, Michigan, Minnesota, Nevada, New Hampshire, Nuevo Mexico, Carolina del Norte, Ohio, Pennsylvania, Virginia y Wisconsin son, según FiveThirtyEight, los estados clave de esta elección presidencial.

5. ELECCIONES ESCALONADAS

Cada jornada electoral nacional en Estados Unidos concurre con la renovación de una parte de su legislatura federal y con comicios estatales, locales, distritales o incluso de condados y vecinales.

Cada dos años, los ciudadanos estadounidenses votan por los integrantes de la Cámara de Representantes y por un tercio del Senado.

“Y lo que es realmente interesante en nuestro sistema es que históricamente, casi sin excepción… las elecciones intermedias tienden a poner como ganadores a muchos miembros del partido opositor al del presidente. Ese es otro indicador de cuánto los estadounidenses rechazan centralizar o concentrar el poder en el Ejecutivo o en el gobierno nacional”, aporta Rozell.

El 3 de noviembre, por lo tanto, los ciudadanos estadounidenses estarán votando a nivel nacional para elegir quiénes ocuparán la presidencia y vicepresidencia por los próximos cuatro años, la Cámara de Representantes en su totalidad (con la posibilidad de reelección de sus integrantes) y un tercio de los escaños del Senado (también con reelección).

Cada estado organiza sus propias elecciones y ellas pueden o no ser concurrentes con las elecciones nacionales.

6. SISTEMA DE PARTIDOS

Estados Unidos tiene dos grandes partidos, el Demócrata y el Republicano, que son los que históricamente han regido en el sistema electoral y político y que hasta la fecha son los únicos que de disputan la presidencia de aquel país.

Aunque por ley están permitidos, otros partidos políticos no han encontrado lugar preponderante en el panorama nacional estadounidense debido al sistema electoral de voto indirecto, argumenta Stonecash.

“Las elecciones suceden en estados y localidades que han decidido usar un esquema donde el ganador lo toma todo, Estados Unidos no ha sido favorable nunca a la representación proporcional. Eso significa que si un candidato gana la mayoría, gana el puesto; y si el otro tiene la mitad de ese porcentaje, aún así se queda sin representación”, insiste el investigador.

Gastar tiempo y dinero en una campaña que obtendrá tal vez el 15 o 20 por ciento de la votación pero ningún puesto no es un sistema atractivo para ningún partido emergente, indica.

“Así que todos tratan de trabajar con el Partido Demócrata o con el Republicano, aunque a habido ocasiones donde un candidato de un tercer partido gana, pero es muy inusual”, ejemplifica.

Aunque partidos como el Verde o el Libertario existen y presentan candidaturas testimoniales en la mayoría de los casos.

Otro factor que contribuye al bipartidismo es la descentralización del poder dentro de cada instituto político. Fuera de las elecciones, los partidos como instituciones existen prácticamente sin figuras ni trabajo que los posicione, pues las figuras y políticas más importantes están dentro del gobierno o en algún órgano de representación popular, explica Stonecash.

El financiamiento privado, como fuente casi exclusiva de recursos para las campañas, favorece también al bipartidismo, pues los donantes esperan que sus contribuciones generen un impacto en la elección, por lo que optan por algún candidato competitivo.

Incluso, a pesar de que existen diferencias fundamentales entre ambos partidos en temas como el papel del Estado en la economía y la migración, la historia estadounidense muestra cómo han cambiado las preferencias a nivel geográfico (con un sur altamente demócrata y el norte republicano), pero no la inclinación al bipartidismo, añade.

7. RESULTADOS LA NOCHE DE LA ELECCIÓN

La pandemia desatada por COVID-19 tendrá un efecto de magnitud aun desconocida en la noche de la elección, debido a la gran cantidad de votantes que ha emitido su sufragio a través del correo tradicional.

La independencia con la que cuentan los estados para la organización de las elecciones hace que no exista un sistema nacional para el conteo de votos por correo, por lo que cada estado inicia este procedimiento en fechas y modalidades distintas. Según este reportaje de The New York Times, este año al menos tres cuartos de los votantes estadounidenses serán elegibles para emitir su voto por correo, una cifra récord en la historia de la Unión Americana.

“¿Qué va a pasar la noche de la elección? Los resultados vendrán basados en las personas que votaron en persona en la manera tradicional. Lo más probable es que no sepamos el resultado de la elección esa noche, tendremos que esperar al conteo de los votos emitidos a través de correo”, vaticina Rozell.

Como sea, insiste, el Colegio Electoral se reúne un mes después de la elección, es decir, en diciembre, por lo que el proceso de conteo no tiene ningún impacto en la manera en que votarán los electores.

8. ¿ESTABILIDAD EN RIESGO?

Las declaraciones del presidente Donald Trump sobre las dudas del voto por correo y su negativa a comprometerse a una transición pacífica han encendido las alarmas de algunos ciudadanos, analistas y académicos, quienes advierten sobre los riesgos que podría enfrentar la democracia estadounidense.

“Sería muy desestabilizador para nuestro sistema tener a uno de los dos candidatos negándose a reconocer el resultado de la elección y sería especialmente problemático si le pasara al actual presidente de Estados Unidos. Hay procedimientos para tratar esta situación si llega a suceder, no temo que vayamos a pasar el Día de la Investidura Presidencial, el 20 de enero, con una disputa sobre el resultado de esta elección”, adelanta Rozell.

Cuando la elección de 2000 terminó en los tribunales por el recuento de Florida, recuerda el académico, el entonces candidato demócrata Al Gore reconoció la victoria de George W. Bush después de que la Suprema Corte ordenó detener el conteo de votos en Florida.

La polarización de la sociedad en esta elección en particular, representa un reto para la democracia estadounidense, considera Jeffrey M. Stonecash.

“Hay un porcentaje en aumento de gente en cada uno de los bandos (partidistas) que cree que el otro bando es una amenaza para Estados Unidos, creen que si el otro bando llega al poder, Estados Unidos va a acabar. Como pueden imaginar, no es fácil tener una conversación cuando piensas que el otro es una amenaza para la continuidad de la democracia estadounidense”, analiza el profesor.

La campaña de Donald Trump, focalizada en la migración y el crimen, el orden y la seguridad, considera Stonecash, tiene un efecto de división y enojo entre la sociedad. La polarización se ha intensificado en los últimos años, considera Rozell.

Hasta hace 25 o 20 años, dice, los partidos políticos en Estados Unidos eran capaces de encontrar puntos en común y formar coaliciones más allá de cada partido.

“Y eso fue considerado siempre como un aspecto estabilizador de nuestra República porque requería realmente concentrarse en la moderación y el compromiso para construir coaliciones efectivas de gobierno”, comenta.

La polarización ha hecho que los políticos, particularmente los republicanos, se vayan más al extremo de la derecha y se ha perdido una posición coincidente.

“La política se ha convertido en una especie de juego suma cero. Mi lado gana, el tuyo pierde”, abunda.

9. COVID Y SUPREMA CORTE

Al reto que supone realizar una campaña electoral en plena pandemia hay que agregar el impacto que tendrá el manejo de la enfermedad en la población, así como otros eventos que han marcado este año.

De acuerdo con los investigadores, aunque es incierto asegurar qué tanto afectará a Trump la opinión sobre su gestión durante la crisis sanitaria, sí se vaticina una disminución en el apoyo que tenía antes de la COVID-19.

“Hay evidencia en las encuestas acerca de que el presidente ha visto una caída en el apoyo entre adultos mayores, gente que está más en riesgo médicamente por COVID-19. Dado que este apoyo fue muy fuerte para él en 2016, esta es una preocupación real en su campaña”, comenta Rozell.

Aunque matiza que muchos de sus seguidores creen que la responsabilidad no recae enteramente en Trump.

“Las reacciones al manejo que Trump ha hecho la pandemia son muy negativas… Cómo afectará la COVID al voto es simplemente desconocido”, matiza Stonecash.

La muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg, que deja un asiento libre en la Suprema Corte, también podría tener un efecto en los resultados de la elección.

Ambos académicos creen que para Trump hacer una nominación en vez de dejar la decisión al ganador de la elección podría suponer una ventaja tanto para tener un juez nombrado por él en caso de una elección disputada en tribunales como por la posibilidad de atraer a más electores del ala conservadora.

laverdadjz@gmail.com

lo más leído

To Top
Translate »