Opinión

¿Por qué seguir llamándoles NiNis?




mayo 28, 2024

¡Cambiemos la narrativa! Existe una propuesta que me parece sólida, fresca y justa. Se llama jóvenes oportunidad. Creo que es momento de cambiar la narrativa… no solo en un magistral manejo de marca, sino en posibilidades infinitas para el desarrollo de las y los jóvenes de nuestro país

Por Diana Chavarri
X: @decchihuahua

El país tiene 32 millones de jóvenes; el 55 por ciento sufre de pobreza, exclusión y precariedad. En su mayoría tiene una escolaridad superior a la de sus padres, pero la exclusión del trabajo afecta a 7.5 millones de jóvenes. Y quienes sí han conseguido empleo, trabajan en condiciones de precariedad: 10.8 millones no tienen ingreso suficiente para lo más básico y 9.4 millones carecen de acceso a salud y seguridad social. 

Y no sólo eso, sino que además usamos una palabra estigmatizadora: “NiNi”, tan acuñada en nuestra cultura. Y tan criticada hace unos años. Y tan normalizada que ahora la hemos dejado de cuestionar. Quisiera imaginar una alternativa para ese término, que se ocupe de destacar los atributos positivos de ese grupo poblacional, cargado de talentos. Afortunadamente las y los jóvenes ya lo ha hecho; lo describiré más adelante.

Si NiNi fuera una marca, creo que sus creadores podrían estar sumamente satisfechos por su manejo magistral. Ha tenido una gran penetración en el imaginario colectivo, ha estado en boca de los medios de comunicación más prestigiados de habla hispana, ha sido pronunciada miles de veces por presidentes, gobernadores, alcaldes, diputados y otros puestos de representación popular. Ha estado presente, también, en cientos de documentos sobre políticas públicas, programas de la academia, proyectos de la sociedad civil organizada y de organismos internacionales. Ha sido mencionada en las conversaciones de sobremesa en millones de hogares, no sólo mexicanos, sino de toda habla hispana. En redes sociales su impacto ha sido sorprendente.

Pero no es una marca, aunque marca. Marca estigmas y prejuicios sobre las personas jóvenes con una frialdad injusta que deteriora su imagen y nos sube en un tren de pensamiento que asocia a quienes “ni estudian, ni trabajan” con personas “vagas”, “flojas”, “apáticas”, “problemáticas”, “irresponsables”, “adictas”, “violentas”, “criminales”, “sicarias” y un triste etcétera que pocas veces nos detenemos a cuestionar y entender. Me parece grave la connotación que ha adquirido el término, pues hemos desasociado a la persona del contexto.

Suena, además, a que son bastante ‘incontratables’ ¿no? En la actualidad, uno de cada cinco jóvenes mexicanos sufre una negativa de empleo por parte de empleadores que les colocan etiquetas que nulifican los derechos humanos y laborales.

Sucedió luego que, en algunos sectores, se empezó a desplazar “NiNi” por “jóvenes en situación de riesgo” en un intento para desestigmatizarles. Pero, ¿en riesgo de qué? en riesgo de abandonar los estudios, de no contar con un trabajo legal y formal, de ser violento o haber sufrido violencia, de tener una adicción, de pertenecer a una pandilla, de poseer armas, de pisar la cárcel, etc., factores que podrían favorecer la comisión de conductas violentas o delincuenciales.

Lo contrario son los factores de protección, así, en positivo, que son las condiciones que minimizan o neutralizan las posibilidades de que una persona pueda cometer un delito o violencia: educación, trabajo, habilidades socio-emocionales desarrolladas, redes de apoyo, acceso a vivienda, al sistema de salud, entre otras.

Pero, al igual que “NiNi”, “jóvenes en situación de riesgo” no solo se ha usado hasta con morbo (conozco funcionarios, empresarios e integrantes de OSC que han manifestado sentirse   orgullosos de “transformarles la vida al ratero, al sicario, al malandro” con sus programas), sino que carece de un reconocimiento a la persona y, en cambio, destaca sus condiciones adversas. Con ello, se les impone a las personas jóvenes una pesada mochila sobre las espaldas, la cual les obstaculiza el caminar hacia una vida productiva y participativa. El contexto no define a la persona, pero las oportunidades sí que la influyen con contundencia.

¡Cambiemos la narrativa! Existe una propuesta que me parece sólida, fresca y justa. Se llama jóvenes oportunidad. La suscribo y a continuación la comparto textualmente: “Jóvenes oportunidad son personas resilientes, creativas y con capacidad de resolución, que vienen de contextos adversos y que, al tener una oportunidad de inclusión social, educativa y de trabajo en condiciones dignas, aportan al crecimiento económico del país e inician un proceso de movilidad social”. En lo personal, yo añadiría a la redacción las transformaciones personales que ocurren en la vida de las personas ante el goce de oportunidades.

Esta alternativa ha sido diseñada por jóvenes y adultos especialistas de la Alianza para el Trabajo Digno, una red multisectorial conformada por más de 50 organizaciones de la sociedad civil, organismos empresariales, centros de investigación y académicos de todo el país, cuyo propósito compartido es impulsar la agenda del trabajo digno de la juventud en México. El programa Desafío, de la Fundación Comunitaria de la Frontera Norte de Ciudad Juárez es la única iniciativa del estado de Chihuahua que pertenece a la Alianza.

Me parece que es una propuesta fundamentada, pues es demostrable con la evidencia que durante años los programas de empleabilidad juvenil han logrado acumular. También es dignificadora, pues le reconoce a las personas jóvenes atributos personales positivos que generalmente son nulificados y que sin duda son apreciados por empleadores y la sociedad. Y es conciliadora, pues reconociendo la adversidad de los contextos, genera, a la vez, puentes de confianza e inclusión.

Puedo imaginar el potencial que este posicionamiento nuevo tiene en tomadores de decisión para que evolucionen sus conceptos y perspectivas, reconociendo la dignidad humana y creando oportunidades para la transformación social.

Creo que es momento de cambiar la narrativa y adherirse a esta nueva propuesta, en la que todos los sectores la convirtamos, en algunos años y a punta de reforzarla en el imaginario colectivo, no solo en un magistral manejo de marca, sino en posibilidades infinitas para el desarrollo de las y los jóvenes de nuestro país.

***

Diana E. Chávarri Cazaurang. Profesional que se ha desempeñado durante trece años como fundadora, consejera, directora y voluntaria de diversas organizaciones de la sociedad civil mexicanas especializadas en seguridad, justicia, empleabilidad de jóvenes en situación de riesgo, salud, desarrollo local, filantropía estratégica y fortalecimiento del tercer sector.

lo más leído

To Top
Translate »